La angustia es un estado más o menos permanente en la vida; entre la angustia de lo que hacemos y la angustia de lo que no hacemos, me dice Alicia. De poder elegir yo siempre elegiría la primera.
De angustias a angustias, este mes ha estado lleno de esa, de la del "¿voy a poder? ¿cómo voy a hacer? ¿qué hago con ésto?", entre la nueva oficina, el fin del semestre, el gato Fulgencio, la ternura que me cayó del cielo y todo lo que implica estar de vuelta en mar abierto.
Para colmo de bienes, desde mi nueva computadora sí puedo postear sin tanto problema, con lo que también estoy de vuelta aquí, en este pobrecito blog tan abandonado y tan lleno de angustia.
Gracias a mis lectores asiduos, gracias a mis fieles comentadores. Parece que todavía hay Lo-que-serÁ para rato.
1 comentario:
Dijo Kierkegaard: "El que ha aprendido a angustiarse de verdad, ha aprendido lo más elevado". Abrazos.
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