Desdoblo las articulaciones,
enderezo la espalda,
levanto la cabeza.
Recuerdo un siglo caótico
de días,
los sueños tomados por asalto,
el cuerpo triturado
y la conciencia.
Recuerdo no reconocerme
arrastrar las piernas, los oídos;
recuerdo las voces, tantas voces,
zumbándome insidiosas.
Poco a poco me yergo,
me tiembla adentro el silencio
y es que nada es puro;
la oscuridad ni la luz.
No hay pureza
y estas letras están llenas de rabia.
Hay un silencio de claustro,
de juicio mudo.
No hay música, no;
tampoco ruido.
Son aguas que regresan a su cauce
o a uno nuevo,
pero regresan.
Enderezo la espalda,
levanto la cabeza
(ya están secos los ojos).
No todos los capullos
son de seda.
1 comentario:
Y no toda la vida es bella. Abrazos.
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