Un día te despiertas en un nudo
duele nada y todo duele
y cualquier posibilidad es casi un hecho.
Un día te despiertas en el vértice de todo
y lo mismo podrías sentarte a llorar
que emprenderla a dentelladas con la silla.
Después el cuerpo es una carga
y mirar en el armario la ropa de quién sabe quién.
Dan ganas
entonces
de detenerse
de replantear las reglas
reacomodar el peso
pero ya marcaron su cauce las arrugas.
Un día te despiertas en un ángulo grave
y luego las cosas encuentran su lugar.
A veces.
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