Yace un cristal azogado de savia,
una sola imagen congelada en su transparencia.
Oscuras las pupilas de humus y de tierra,
los labios entreabiertos parecen exhalar raíces;
el pecho, desnudo, palpita alas.
En el sexo penetra el aguacero y se contiene
toda la humedad para el estío.
Yace en el bosque escarlata de flores, de mariposas blancas,
que me crece adentro.
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