Pero la luz se prende
y hay que hablar de ello
aunque las luces se prendan todos los días
y es que el silencio teje todo el tiempo
y lo difícil es decir aunque ya se haya dicho.
Que a veces aborrezco al ser humano
y otras necesito -tanto- un abrazo
(lo duro es cuando suceden simultáneas);
que me acurruco, días, en mi casa, en mi sillón
y otros las calles me quedan chicas.
Que la penumbra crece
y me cuesta permanecer luz
pero quiero,
y quizá por eso el baile de la otra noche,
sola y a oscuras,
y este monólogo banquetero.
2 comentarios:
El ser humano tan necesario, pero , también, tan odiado. Esa es la problemática de la vida. Pero sigamos adelante, no queda más remedio. Abrazos.
Cuando milagrosamente descubrimos, en nosotros mismos, ese otro...
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