Dos caminos se abren, claros, al frente: uno, la continuación del que hemos andado hasta hoy: abuso, impunidad, egoísmo ciego, consumismo irresponsable... la consecuencia de este camino es ya sensible, en el cambio climático, en la pobreza insultante, en la violencia exacerbada. El otro camino ha estado siempre ahí, pero hoy adquiere una relevancia inusual: el camino de la conciencia, individual y colectiva; de la responsabilidad individual, de la acción cotidiana. La consecuencia es impredecible, pero abre la posibilidad a la mutación de nuestra especie en una nueva, distinta, tal vez mejor.
Miro al mundo, a nuestra especie, pendiendo entre dos posibles destinos: la destrucción y la posibilidad. Sé que es una visión compartida por muchos, en muchas épocas, desde centurias atrás... Sin embargo, como nunca antes tengo claro que cada uno de nosotros es, hoy, el fiel de la balanza. Nuestro hacer cotidiano: vivir el mundo que queremos construir, activamente, arriesgadamente. Cuando el mal avanza, dijo alguien alguna vez, lo peor que pueden hacer los hombres de bien es no hacer nada.
1 comentario:
Creo que estos días ya son el 2012, para algunos tal cual, un apocalipsis el fin de una era, esta si para todos.
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