domingo, marzo 21

Me contaron que ahí se cometieron dos crímenes terribles. Lo creí cuando me acerqué al callejón sucio y gris de tanta tristeza. Ya estaban los niños de La Pandilla y la incansable Irma al frente, con sus brochas y sus botes de pintura, listos para llenarlo de risas y pintura naranja. Fueron cuatro horas de trabajo arduo. Hubo mucha gente ahí, alguna cumpliendo con su obligación laboral; otra, entregada a la convicción de que hay mucho por hacer, y que solo se puede empezar haciendo. Ojalá que este esfuerzo se multiplicara en muchos lugares, ojalá que logremos llenar de risas y de plantas muchos sitios más. Gracias a La Pandilla de Anáhuac. El barrio de Santa Julia deberá estar orgulloso de sus niños.




No hay comentarios.: