Alguna vez retozó aquí el mar
ese delicadísimo encaje castaño es su despedida al litoral
y ahí donde ahora crece alto el trébol nadaban los peces amarillos
Hubo una vez una isla
en que sueños y secretos deambulaban libremente;
ese tronco se llamó alguna vez liquidámbar
y en sus ramas los pájaros trinaban adivinanzas
No me creas:
cierra los ojos, imagínalo todo
ahí estás
2 comentarios:
Puedo llegar hasta ahí, abrir los ojos y sorprenderme, una vez más, con el poeta, que hace tanto inventó el mundo, la máquina de tiempo y la eternidad... De la mano de tus palabras, es fácil.
Gracias.
¡Hermoso!
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