Este sábado volví a tomar camino rumbo al Centro, terca terqueando en mi amor por esas calles bulliciosas y esos edificios que vuelven a estrenar sus galas. En el Palacio de Bellas Artes me recibió Magritte, que tuvo el buen tino de salirse del lugar común de la referencia obligada y maravillarme en sonrisas solitarias. El Hada Ignorante me conmovió, como dice Pessoa, como una tristeza buena. Me llevé conmigo sus magníficas reflexiones sobre el objeto, la imagen y las palabras hasta San Ildefonso y sus mapas, donde me esperaban Eduardo & Eduardo, y un astrolabio, objeto que no conocía aunque jugué con la palabra desde niña. Contemplé ahí el mundo en los ojos que aún no concebían América. Saliendo, americanos rotundos, nos empacamos unas papas fritas mientras la emprendimos con las calles del centro, como cuando éramos jóvenes, porque bellos seguimos siendo a pesar de los heladotes que también emprendimos, poco antes de rematar con unas enmoladas todavía cerquita de Bolívar, pero ya mucho más al sur de ese centro histórico que me sigue gustando, de gustar.
2 comentarios:
Un buen paseo nunca viene mal Abrazos y felices Pascuas.
No viene mal, y menos de la mano de buena compañía. Abrazos, Fgiucich
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