domingo, abril 27
domingo, abril 13
Crisálida
Desdoblo las articulaciones,
enderezo la espalda,
levanto la cabeza.
Recuerdo un siglo caótico
de días,
los sueños tomados por asalto,
el cuerpo triturado
y la conciencia.
Recuerdo no reconocerme
arrastrar las piernas, los oídos;
recuerdo las voces, tantas voces,
zumbándome insidiosas.
Poco a poco me yergo,
me tiembla adentro el silencio
y es que nada es puro;
la oscuridad ni la luz.
No hay pureza
y estas letras están llenas de rabia.
Hay un silencio de claustro,
de juicio mudo.
No hay música, no;
tampoco ruido.
Son aguas que regresan a su cauce
o a uno nuevo,
pero regresan.
Enderezo la espalda,
levanto la cabeza
(ya están secos los ojos).
No todos los capullos
son de seda.
enderezo la espalda,
levanto la cabeza.
Recuerdo un siglo caótico
de días,
los sueños tomados por asalto,
el cuerpo triturado
y la conciencia.
Recuerdo no reconocerme
arrastrar las piernas, los oídos;
recuerdo las voces, tantas voces,
zumbándome insidiosas.
Poco a poco me yergo,
me tiembla adentro el silencio
y es que nada es puro;
la oscuridad ni la luz.
No hay pureza
y estas letras están llenas de rabia.
Hay un silencio de claustro,
de juicio mudo.
No hay música, no;
tampoco ruido.
Son aguas que regresan a su cauce
o a uno nuevo,
pero regresan.
Enderezo la espalda,
levanto la cabeza
(ya están secos los ojos).
No todos los capullos
son de seda.
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