martes, julio 28

"...cuando algo indefinido y poderoso sacude la mente y las fibras, hace temblar la jaula de los huesos, cuando la misma persona, un instante antes torpe y agnóstica, se siente alterada por la risa y por la locura homicida o por el delirio amoroso o por la alucinación de la forma, o se descubre invadida por el llanto, entonces el griego reconoce que no está solo. Hay alguien a su lado, y es un dios. Ahora la persona ya no tiene aquella tranquila nitidez que percibía en los estados mediocres de la existencia, sino que esa nitidez ha emigrado al compañero divino: brillante y dibujado en el cielo es el dios, nebuloso y confuso es el que lo ha evocado."

Las bodas de Cadmo y Harmonía
Roberto Calasso

miércoles, julio 22

Seguiré jugando

Comenzó hace mucho
en la casa familiar.
Vino el diluvio,
con muerte y destrucción.

Capitana a los diecisite
me lancé,
barquita de remo
a la mar.

Paré en todos los puertos
por juerga
o por trabajo.

Recluté remeros
que siempre quisieron el timón:
la balsa se hizo esquife,
barco de vela.

Cuando acepté compañía
huí siempre
a mitad de la noche
conjurando motines
(o alguien cayó desde la borda).

Una vez permanecí en tierra
y el viento
violento
me arrebató.

Navego en mi barco de tres velas
de timón ligerito
sin ancla.
Comienzo un huerto a bordo
y tengo un gran árbol: mi velamen.

El mar no me abandona
y aún en tierra firme
seguiré jugando.