martes, noviembre 29

Teoría literaria

Escuchado por ahí:

- ¿Mi trabajo final? Pues había pensado hacer un análisis de los discursos de Hugo Chávez usando la teoría de la recepción, pero ahora resulta que tendría que deconstruir la letra de El Rey.

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lunes, noviembre 28

El Texto lunático

Cuando se desvanece,
el agua no cae:
se eleva evaporada.

El Tigre Famélico


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En lo que El Tigre Famélico se decide con su Blog, este espacio se verá ataviado con sus Textos lunáticos.

martes, noviembre 22

Santa Teresa compara el alma con un castillo medieval, todo de un diamante tallado por el vidriero divino. ¿Por qué diamante? Si yo fuese poeta, y quién me diese serlo, hablaría de un copo de nieve. No hay dos iguales. Y se van desvaneciendo en su existencia, al brillo del sol, como si dijesen: ¡Qué aburrimiento, la inmortalidad! Cuerpo y alma está trabados. Como la música al instrumento. La injusticia que causa los sufrimientos sociales es, en el fondo, la más terrible maquinaria de destrucción de las almas.

Manuel Rivas
El lápiz del carpintero

lunes, noviembre 21

Texto lunático

Los retazos de tierra que se preservan en las calles de la ciudad son una auténtica delicia para engalanar la mirada. Se cultivan ahí jardines y también son estrechas reservaciones para tribus de árboles de tronco espigado. A veces cuando llueve leve o cuando está a punto de anochecer, el color de la tierra se tiñe de un matiz elegante en serio. Una vez, alrededor de las seis de la tarde, alguien arrojó una cubetada de agua hacia la corteza de un joven eucalipto, y pareció como si de súbito, con ese simple acto, le hubiera dibujado una sombra. Era, en efecto, la sombra de agua del árbol.

El Tigre Famélico

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jueves, noviembre 17

Quiero cantar sus calles
pero son tuyas.

Quiero cantar a la Santísima y sus flores,
a Loreto y sus vitrales incompletos,
a San Fernando y sus gatos.

Pero los vitrales no están rotos en tus pupilas
y las flores de la Santísima son frambuesas
y los gatos que sembraste no abren todavía los ojos.

Y yo quiero cantarlos
pero estoy ciega.

martes, noviembre 15

El resto del viaje

se revuelve en los dos días siguientes. De pronto, ya de regreso en esta urbe queridísima es como si Oaxaca existiera en otro tiempo.
Don Agustín siguió preparando platillos de agasajo los días siguientes: Amarillito, enmoladas, huevos a la mexicana en salsa de yerba santa, quesadillas de asiento... Los tres que habían llegado primero partieron primero; las Gracias se quedaron a seguir disfrutando de Lety y de la Ciudad.
Hay que obligarse a salir de Casa Cid de León. Obligarse porque hay una ciudad allá afuera que nos seduce con sus cúpulas de mosaico dominó o multicolor. Tanta cantera y hierro forjado clásico, neoclásico, barroco, gótico, art-decó. El Templo de San Agustín, con verde melena como la Santísima, mudo; la Catedral, con sus dos hileras de vitrales y sus candeleros medio góticos; el Templo de Santo Domingo de Guzmán, barroco hasta el imposible con su fondo blanco que lava tanto garigol dorado alrededor de cuadros, ojivas, a lo largo de trabes y columnas, arriba del coro en collar de gemas gigantescas y debajo en árbol de la vida sacro-militar; el Templo del Carmen de Abajo, el de la Soledad, el de la Compañía.
El martes por la noche, plática sobre las formas de percibir el cuerpo en tres poetas mexicanos: Sor Juana, Xavier Villaurrutia y Coral Bracho en "El Llano", sede de la Feria del Libro. No solo el tema fue interesante, sino que toda la conferencia fue un curso de manejo de la voz, de limpieza en la lectura, de hipnosis del público. Raquel lo dijo: los libros de Jorge ahora tienen voz.
La tarde previa a la partida fue triste, no obstante la fugaz compañía de un cometa pelirojo y las carreras por desfacer una confusión con los boletos del carruaje. Las cinco de la tarde dieron sobre cuatro mujeres amueganadas en el tomasol, como tatuando en su piel el calor de las otras tres en esa terraza selvática y poética. El regreso fue más callado que la ida.
Se quedan muchas cosas sin contar: la dulzura en la mirada de Lety, la suavidad de las sábanas, la verdadera identidad de Prema y Amaradás, el ofrecimiento de Juan Pablo Vasconcelos, los ojos ciegos afuera del Templo de la Compañía, el arcoiris que se dibujó por la tarde sobre el campanario de la Catedral, el poema que Paty Farfán le regaló a Oaxaca y a los Cid de León Ricardez...
Seguramente se contarán. Transfiguradas, pero se contarán.

lunes, noviembre 14

Texto lunático

Al abrevar como animal del agua herrumbrada del brocal del dogma, su corazón se petrificó hasta la brutalidad.

El Tigre Famélico

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sábado, noviembre 12

Les sigo contando...

Que aunque habíamos quedado de vernos a la 9:30, las tres gracias se levantaron bastante tarde; tanto, que tuvieron que asistir ataviadas con sus huipiles coloridos y adornadas con las joyas de la caja mágica de Lety Ricardez, al delicioso desayuno que les había preparado don Agustín: huevos revueltos en salsa de jitomate con chorizo, quesadillas de fideos, fruta, jugo, café, pan... Este desayuno y todas las comidas fueron abundantemente regadas con placentera conversación. Había que ir a una reunión con la directora de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, Alicia, mujer simpatiquísima y llena de energía, para ajustar detalles de la presentación de la noche.
La Casa de la Cultura Oaxaqueña está instalada en lo que fuera el convento capuchino dedicado a Nuestra Señora de los Ángeles y construido para albergar novicias indígenas. Expropiado durante la Reforma, sirvió en el siglo XIX como escuela de artes y oficios, posteriormente abandonado, declarado monumento histórico en los 30 y rescatado en los 60 para instalar ahí la Casa de la Cultura de Oaxaca y el Archivo General del Estado. Su construcción de cantera verde, como la mayoría de los templos y capillas de la ciudad, está anexa al templo de los Siete Príncipes, dedicado a los arcángeles en el siglo XVIII. El estilo de su fachada es muy sobrio, así como el interior de ambas construcciones. En el patio central de la Casa de la Cultura se inauguraría por la noche el Jardín de los Poetas, inspirado en el relato que Lety Ricardez trajo de Trento sobre el Bosque de los Poetas. En este Jardín, poemas de Octavio Paz, Elsa Cross, Alí Chumacero y José Gorostiza cuelgan de las ramas de los árboles, flotan en la fuente central de cantera o presiden su escalinata. A la hora que llegamos a la Casa, el patio estaba adornado con coloridos y divertidos trabajos infantiles sobre el Día de los Muertos, realizados a base de diversas semillas y flores. El ir y venir por la Casa de la Cultura es impresionante: chicos con sus pinturas, jóvenes con sus instrumentos a cuestas; se siente tanta vida y tanta energía, tanta entrega en el cultivo de las bellas artes, que dan ganas de no salir nunca de ahí. Pero tenemos que marcharnos: después de un intercambio de libros, fotos, entrevista a Raquel y una agradabilísima conversación con Luis Amador, poeta oaxaqueño y ahora amigo de Cardo, el grupo se dispersa para reunirse a las tres de la tarde en nuestro cuartel general y disfrutar otra vez de la exquisita cocina de don Agustín: Pollo en pipián, arroz, frijoles negros y tortillas recién hechecitas y un poco de mezcal. La plática estaba a todo dar pero había que prepararse para el evento de la noche. Nos habían invitado a la inauguración del Jardín, a las siete y la presentación estaba anunciada a las ocho. Y allá vamos, todos emperifollados y emocionados, de regreso a la Casa de la Cultura, ahora engalanada con su banda de música. Inauguración del Jardín, paseo por los poemas y finalmente el meollo de este post: Nuestro Evento. En la mesa del presidium Lety Ricardez, Raquel Olvera, Patricia Farfán, Jorge Orozco (coordinador del taller de poesía Palabrarte) y la directora de la Casa de la Cultura, Alicia Aguilar; la audiencia no fue multitudinaria, pero la noche nos sorprendería con diversas presencias que luego significaron planes a futuro: Alicia Mancilla, Lorenzo León, Juan Pablo Vasconcelos, Jorge Esquinca; los amigos de Oscar Cid, fieles, nos acompañaron esa noche también, así como otras personas que siguieron atentas la conmovedora presentación que hizo Patricia Farfán (disponible próximamente en el blog del Colectivo) y la lectura de poemas. Con la presentación de la Antología, se declararon formalmente abiertas las Jornadas Literarias Sor Juana Inés de la Cruz, parte de las actividades culturales de la XXVI Feria del Libro de Oaxaca 2005.
El resto de la noche fue de sana convivencia entre los siente cardos, de la Casa de la Cultura a la maravillosa terraza de los Cid de León: sana porque se leyó mucha poesía, se conversó largo y tendido sobre felinos, se mudó la fiesta a la sala de nuestra "casa", se rezó (cada quien desde su orilla pero tomados de la mano) por el suave tránsito de Emilio Ebergengy, se consumió más alcohol que el que había y las tres gracias terminaron borrachas, hablando de Dios y del destino, a las 6 y media de la mañana.
Ya no hay mucho qué platicar, pero algo queda. Regreso al rato.

viernes, noviembre 11

De puntitas...

"De puntitas por mi casa caminaba un ratón: No me despierten con gritos, de puntitas es mejor" sonó una voz masculina, suave, en el radio, durante muchas mañanas de mi infancia. Todavía la escucho contar cuentos infantiles fingiendo hadas y dragones, perros y búhos, duendes y chaneques.
El lunes, después de la presentación del libro en Oaxaca, nos enteramos de que Emilio Ebergengy estaba muy enfermo. Hoy anunciaron su muerte.
Quede aquí mi reconocimiento a esa voz cuyo nombre no supe hasta ahora. Quede también mi envidia infantil a los ángeles niños que lo escucharán contarles cuentos.
Descanse en paz.

jueves, noviembre 10

Tristán Estar me pregunta por qué no posteé (tengo que encontrar otra palabra :S) desde Oaxaca. Y para que no me pase ahora lo que me sucedió esos días, en lugar de buscar las palabras precisas para describir cada parte de una viaje que fue como una trenza colorida, mejor se los aviento todo así, sin destilar, sin poetizar y ya luego voy afinando cada detalle. Ande pues, como en miscelánea, que cada quien agarre lo que necesite.
Domingo por la tarde, todavía demasiado brillante para un sábado de parranda furibunda en varios tiempos: llegada a cuentagotas, notición y comentarios; circo de tres pistas y consecuencias todavía sin aterrizar (el saldo a la fecha es negativo); y reunión madrugadora de bloggeros. Mucho vino, chelas, tabaco, más tabaco y dos-portazos-dos, todo esto en una noche. Ya con eso tuve que haber sospechado que el viaje iba a estar más o menos igual de intenso.
Ahora sí, domingo por la tarde, todavía demasiado brillante... etc., en la TAPO (léase Oriente de la Ciudad de México); tres que debieron ser cuatro boletos con rumbo a la ciudad de Oaxaca, tres bolsas de borundangas, dos crudas y una nerviosa. Seis horas de camino, tres películas malísimas y mucha conversación: amistad, literatura, el destino, el Tigre. Llegamos a las nueve a Oaxaca, nos trasladamos sin dilación al meritito Centro de la Ciudad y ahí nos encontramos con unas tlayudas y los otros tres que ya nos llevaban dos días de ventaja en la ciudad. Reunidos los seis, nos encaminamos a paso veloz rumbo a la Casa Cid de León que habría de ser nuestro cuartel general en la delícadísima operación del día siguiente: presentar la Antología "Cardo. Cinco años. Poesía" e inaugurar con ese acto las Jornadas de Sor Juana Inés de la Cruz en la Casa de la Cultura Oaxaqueña. Llegamos, pues, a la Casa Cid de León y a los brazos de Lety Ricardez que nos esperaba con una sonrisa de oreja a oreja, abrazo apachurrador prometido en varios comments y una habitación para las recién llegadas.
Ahí, alrededor de una mesa presidida por hermosa escultura de coral negro, rodeados de pinturas, cortinas, columnas, puertas con tocado de filigrana, anchísimos muros y mil y un objetos escogidos y colocados con la misma pulsión estética con la que nuestra anfitriona cuida todo lo que hace, Premalata, Amaradás, Juan el Insumergible (los que ya estaban), Paty Farfán, María Luisa Rubio, Raquel Olvera (recién llegadas y recién convertidas en las tres gracias por obra de sendos huipiles coloridos) y la amorosísima Lety Ricardez, ajustaron la estrategia a seguir el día y el año siguientes. Por lo pronto, reunión a las 9:30 horas para ir a desayunar.
(Regreso en seguida a seguirles contando)

viernes, noviembre 4

Sábados con el Tigre

Este primer sábado de noviembre, como ya va siendo tradicional, se presenta el Tigre Famélico en El Hallazgo, la librería que está en la esquina que domina Mazatlán y Juan de la Barrera. La cita es a las siete de la noche. Esta vez la rapsodia será La Balada de la bella Hamida, del poeta mexicano Alberto Paredes. Es una historia impresionante, sobre todo porque conjuga prosa y poesía de una forma muy balanceada. Hay historia y hay poesía. Entonces, ya saben si quieren asistir a esta suerte de cinematógrafo mental, donde el escenario está fundado sopre la propia imaginación del público asistente, pues los esperamos. Siete de la noche, sábado 5 de noviembre, Mazatlán y Juan de la Barrera, en la colonia Condesa. El teléfono de la librería es el 5211-6393.

TF


Ofrenda de Muertos en la fuente central de la mirada

La riqueza, la fidelidad y gracia de los elementos tradicionales (verdadero capricho cromático) de la ofrenda del día de Muertos, elaborada por los artesanos y comerciantes, al aire libre en el lecho de la fuente central del parque Centenario, en Coyoacán, siembra de inmediato otra profunda ofrenda de estupor y maravilla en plena mirada del visitante. Cualquier tentativa escrutadora de crítica primitiva se ve sofocada al impacto de la primera exposición de la vista. El contorno de la fuente quedó transformado en una corona de pura flor de cempazúchitl, asimismo a se le forró con una tela de elegante color rosa mexicano, serigrafiada con alegres y rumberas calaveritas flotantes.

Con paciente cautela todo el espacio del lecho circular fue adornado con figuras, motivos y grecas prehispánicos, además de flores y mariposas. Ahí está destacadamente en su frenética danza fatal Mictlantecutli, el dios tutelar que gobierna los abismos más profundos de la inexpugnable cosmogonía mexica. Todo el mosaico del lecho se cubrió con aserrín o arena de madera y para el relieve de color en las figuras se utilizó aserrín teñido con anilina. También, con arroz, se configuró el volumen bailadorde una calavera alegre y el perímetro de su figura se deslindó con granos de frijol.

A la pequeña fuente interna, concéntrica, se le bordósu contorno con la espuma de la flor de cempazúchitl, se le añadieron nutridas matas de nube y botones de flor de terciopelo o manitas de león o cresta coloradade gallo. El basamento de esta circunferencia interna fue forrado con un luengo trabajo de fibra de vidrio, con la clásica figura (multiplicada) de la Catrina del maestro José Guadalupe Posada.

Al pináculo de la fuente se le sembraron mamparas de diversos colores: rosa mexicano, azul cielo, amarillo canario y verde algarabía, además contaron con el dibujo de calaveras en relieve: la esperpéntica calaca del general Emiliano Zapata, con su legendario bigote alacranado, la del esqueleto del galán hincado ante la delicada reticencia de la esquelética dama, la del trovador vernáculo tañendo su guitarra, la de los compadres calavera que bailan y pelan los dientes izando con el puño el estandarte de la botella de alcohol, y con su traje de sastre y tumefacto cráneo descarnado, el adinerado catrín, el sempiterno concesionario. Arriba de todo la leyenda: No se la Halloween, es día de Muertos.

Si ya de por sí el efecto de encantamiento óptico no hubiese sido suficiente, en los pequeños anafres plateados, pero sobre todo en los sahumerios de barro, usando de candela el ocote, encendieron la brasa nutrida con resina de copal. Entonces el denso brío de su aroma, la turgente columna de su humo robusto y generoso, rubricaron el hechizo. Se pulverizó así el sitio perpetuo del tiempo profano y se dio paso franco al dilatado instante sacramental.

La ofrenda de este 2005 fue consagrada a la memoria del as mujeres asesinadas en ciudad Juárez, a todas las víctimas de siniestros naturales: ciclones, huracanes, terremotos, políticas neoliberales, inundaciones, negligencias y epidemias.

En las gradas del altar principal se colocaron los alimentos ofrecidos de todo corazón para sustento de los difuntos: mole rojo, tamales, arroz, frijol, sal, refresco, cerveza, y también cigarros y alcohol. Quizá faltó algún libro, por si algún difunto deseaba disfrutar del placer mortal de la lectura.

Quienes concibieron y ejecutaron la obra -artesanos y comerciantes del jardín Centenario de Coyoacán- fueron rigurosos en su fidelidad a la tradición. El papel picado representó al viento, las flores a la tierra, al fuego la hilera de veladoras con su peregrinación de flamas vivas. El cempazúchitl jugó su papel de numen solar, pues en los laberintos del inframundo desempeña un papel de signo inmune a las tarascadas de la penumbra, el fulgor amarillo de sus pétalos goza de luz propia, lo cual garantiza la señal requerida por los difuntos para no extraviarse en su visita al festejo de la ofrenda, a la comunión de vivos y muertos. Porque hasta tales linderos se dilata el ejercicio soberano del ingenio de aquí, de esta tierra y este cielo.

Roberto Ramos Trujillo.
2 de noviembre del 2005





Fotos de Reforma.com

miércoles, noviembre 2

¿De qué lágrimas salen más poemas?

¿Del raudal incontenible?
¿De la gota solitaria que se desliza
temblona
y se aferra a las pestañas?

¿De qué lágrimas salen los mejores poemas?

¿De las que fluyen autónomas o de las que arrastran
con ellas
la entraña
toda?

¿De qué lágrimas salen los poemas más duraderos?

¿De las lágrimas de angustia?
¿De las de resentimiento?

¿Y de las lágrimas de nada?

¿Qué sale de las lágrimas de nada?