martes, diciembre 25

¿Cómo sucede que el fruto maduro se desprende de la rama?

Imagino que rama y fruto platican y acuerdan
que ya es tiempo
la rama lo arrulla amorosa mientras el fruto se sabe listo
y empaca
se despide de los frutos vecinos
de las hojas compañeras.

Tal vez dediquen rama y fruto
una noche
unas horas
a abrazarse estrechamente
y el rocío tenderá sus gotas para disimular el llanto

Y luego ¡paf! rama y fruto se separan
una trémula ya de nostalgia pero alegre
el otro gozando el vuelo, anticipando el viaje

O no hay acuerdo, y la rama mira envejecer al fruto
o el fruto se seca de a poco
aferrado a la rama que lo nutre
pero no lo arrulla

no guarda ya sus sueños en la semilla
putrefacta, estéril
que nunca será un nuevo árbol.

martes, noviembre 13

Sueño

...con ese halo de luz me adentro alegremente en la tiniebla, paso al lado de sus habitantes. De golpe, una cara deshilachada me persigue, logra desconcertarme, trastabilleo.

Me salta a las manos.

Sin apenas pensarlo, la doblo sobre sí misma, la meto en un sombrero, y abofeteo a un par de querubines.

jueves, julio 19

Me dijeron
que el dolor incurado es sufrimiento
que la cura es el mismo dolor
y aquí estoy, en su mera puerta
de un marrón rojizo, contundente
fría
la toco y ya duele
la abro y no bien la abro me encuentro frente a otra
y no sé si es que se accede al dolor de umbral a umbral
o si es un invento mío para suministrarme la cura
no a gotas
sino a puertas

miércoles, julio 11

Ayer fue gato. Hoy es gardenia
Erick Bangar

Como escarmiento a la postergación se juntan, de pronto, las cosas;
un hueco se abre y descubre
concatenados todos
un ejército de huecos 

Y sucede que de pronto el tiempo regresara a cuando no estaba el gato
pero algo ya no encaja
¿cómo volver a cuando no estaba mi padre
a cuando no estaba mi madre?

Y entonces el dolor de la ausencia felina embona
con harta precisión
en ese otro
(esos otros)
que circunavego por décadas sin atreverme a abordar

Y lloro entonces y vienen las lágrimas de más hondo
y me niego a la negación

Lo enterré con mis manos, lo tengo a la vista

Y cada que me da la gana lloro

Y si me preguntan, digo que extraño a mi gato

Llorando una lloro en realidad todas mis ausencias

miércoles, abril 25

La poesía se diluye en estos días
y hay veces que no sé dónde poner lo que siento
o lo que no siento pero se me cae por los ojos
y abro el twitter y el blog y mi diario
porque las hojas en blanco y en físico me paralizan
Pero entonces se me luye la poesía en la indignación de la red social
o descubriendo en mi diario que eso que iba a escribir hoy ya lo había dicho hace varios meses
y se me cuela la poesía en las paralelas de mi historia
se distrae en los listones coloridos tejidos entre paralelas
y me leo instalada en molusco babeante
luego el silencio persistente me recuerda emparedada en mí misma
por mí misma
me miro levantarme, sostenerme, caminar
me leo volando, a veces aterrada, pero volando
y luego inventariando las plantas de mi jardín
las que yo he plantado, las que han ido creciendo
me siento reconocer mi envidia, mi mezquindad, mi enojo
ponerlas en su propia maceta
reconocer su olor, la forma de su espina
diseccionar sus frutos
llorar un poco por ellos
llorar un poco por mí
abrazarme, reconvenirme, abrazarme.
Cierro twitter, blog y diario, en blanco, en silencio.
La poesía se diluye en esos días.

lunes, enero 9

Me crece un frío adentro
autoritario y persistente
que puede ser el invierno
o la angustia y el desorden
o simplemente la acumulación
que me concentra el frío
y me hace crecer la piel
voluntariosa
que se me agrieta en la cara
que se reúne en las muñecas y en el vientre
Frío y piel se me crecen
persistentes
como esos recuerdos que se pegan en los talones
y no saben si son espejo o ilustración
Me crece el frío bajo el sarape
bajo el algodón de la piyama
junto al gato
junto a los huesos adoloridos de un perro viejo
me crece adentro como la sensación de vacío
la boca seca
el miedo de hacer y de no hacer
que es en realidad una falsa disyuntiva
Me crece el frío como la cifra en rojo de mi cuenta corriente
la pila de recibos ciegos y sordos
las vociferantes llamadas del banco
que esgrimen por sobre todas las cosas el falso valor de una letra cancelada por una línea rígida y vertical
Me crece como una lápida multiplicada por miles
cuyos vértices
bocas en cabezas sin cuerpos pero con nombres
convergen en mis oídos gélidos de impotencia y de asombro
tanto más cuanto asimilo cotidianos sus ecos imperativos
Me crece el frío adentro
autoritario y persistente.
Congela este instante frente a mis ojos.