Puse el primer pié en la poesía leyendo a Sor Juana. El otro, cuando encontré a Benedetti. Y fue este el compañero de mi juventud romántica y revolucionaria, si no es lo mismo.
No me alcanzan las citas hoy para llorar a don Mario.
lunes, mayo 18
domingo, mayo 10
Los obreros que durante la noche arreglan las banquetas del Eje Central fueron testigos de una aparición la noche del 8 de mayo, al filo de las 3 de la madrugada: Una mujer con zapatos color escarlata y falda roja de gasa cruzaba el Eje 6 Sur, sosteniendo una bolsa roja en una mano, y un libro en la otra. Llegando a la esquina, paro un taxi, y se fue.
Era yo, que regresando de una sabrosísima plática con una amiga, me encontré a las dos y media de la mañana frente a mi casa, sin llaves, sin dinero y sin crédito en el celular, y tuve que caminar al entronque de Eje Central y Eje 6 a buscar un taxi para ir a un cajero, y conforme iba llegando al crucero, mientras pensaba cómo solucionar mi entuerto, me iba percatando de la gran cantidad de gente, máquinas y grandes luces, y recordando también el momento en que esa mañana decidí ponerme precisamente aquella falda roja de gasa.
Crucé el Eje como si fueran las tres de la tarde, pare un taxi, y me fui.
Era yo, que regresando de una sabrosísima plática con una amiga, me encontré a las dos y media de la mañana frente a mi casa, sin llaves, sin dinero y sin crédito en el celular, y tuve que caminar al entronque de Eje Central y Eje 6 a buscar un taxi para ir a un cajero, y conforme iba llegando al crucero, mientras pensaba cómo solucionar mi entuerto, me iba percatando de la gran cantidad de gente, máquinas y grandes luces, y recordando también el momento en que esa mañana decidí ponerme precisamente aquella falda roja de gasa.
Crucé el Eje como si fueran las tres de la tarde, pare un taxi, y me fui.
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