Me crece un frío adentro
autoritario y persistente
que puede ser el invierno
o la angustia y el desorden
o simplemente la acumulación
que me concentra el frío
y me hace crecer la piel
voluntariosa
que se me agrieta en la cara
que se reúne en las muñecas y en el vientre
Frío y piel se me crecen
persistentes
como esos recuerdos que se pegan en los talones
y no saben si son espejo o ilustración
Me crece el frío bajo el sarape
bajo el algodón de la piyama
junto al gato
junto a los huesos adoloridos de un perro viejo
me crece adentro como la sensación de vacío
la boca seca
el miedo de hacer y de no hacer
que es en realidad una falsa disyuntiva
Me crece el frío como la cifra en rojo de mi cuenta corriente
la pila de recibos ciegos y sordos
las vociferantes llamadas del banco
que esgrimen por sobre todas las cosas el falso valor de una letra cancelada por una línea rígida y vertical
Me crece como una lápida multiplicada por miles
cuyos vértices
bocas en cabezas sin cuerpos pero con nombres
convergen en mis oídos gélidos de impotencia y de asombro
tanto más cuanto asimilo cotidianos sus ecos imperativos
Me crece el frío adentro
autoritario y persistente.
Congela este instante frente a mis ojos.