Voy a sembrar la mandarina del desayuno de hoy,
primer lunes después del fin de las mentiras.
Voy a sembrar esas semillas que me diste en el desayuno:
veinticuatro meses de soles y chubascos más o menos en la misma proporción
porque los soles son todos esplendorosos,
y esa tarde en que te dije lo que ya sabías
a saber si fue chubasco o sol
porque la claridad se oculta luego detrás de las nubes más negras.
Voy a sembrar la mandarina
luz
a ponerle agua todos los días
y palabras.
Voy a sembrarnos hoy.