Se cayó de un segundo piso, agarrado a una reja que se desprendió con su peso. ¿No sabes que pudiste haberte matado? Sí, contestó contrito. Muchos días después, pasado el susto y el enojo, a la misma pregunta responde: No me maté porque Dios me quiere. Dice él, que en sus 18 años no ha recibido educación religiosa alguna.
La semana pasada, tapando un pase en el recreo ("descanso", porque recreo es de los chiquitos), se fracturó un dedo de la mano derecha. Un miedo que parece estar midiendo las posibles consecuencias del accidente previo, le atempera el mal humor de ser absolutamente dependiente de los demás. Está asombrado y asustado por la fragilidad del cuerpo.
Entonces, en las prisas matutinas, responde al apuro: Lo que pasa es que tú no sabes lo que es estar roto... y que Dios ya no te quiera.
6 comentarios:
Que ternura la tuya mi querida Maria Luisa. Para narrar las anécdotas de la infancia, nada como una madre escritora, y que mejor, tan buena escritora como tú mi querida amiga.
Tal parece, creo que en esos días todo era más sencillo, pasarse por debajo de un trailer, saltar de los arboles, caminar de noche en insurgentes, claro que en esos momentos, puede pensar uno eso.
Lo que pasa es que tú no sabes lo que es estar roto... y que Dios ya no te quiera.
WOW, que miedo, nunca pienso en eso, pienso que solo debo pagar lo que he tomado sin permiso y roto sin componer, pero que no me quiera, no lo se, hoy en la mañana pensaba, uno debe arrepentirse de sus pecados solo si el da una prueba de su existencia, si no, para que traicionarse a si mismo.
¡Cómo me ha gustado! Qué texto tan bonito.
Un beso.
Qué bueno... jodidamente bueno el final, el relato y la idea.
No puedo añadir nada más tan solo un aplauso chaval.
BUENISIMO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Mi Lety: Ese hijo mío debería rentar sus puntadas. Si no se decide a escribir pronto, me voy a a hacer rica con su buen humor.
Tal vez por eso nos encanta la embriagadez, como decía ayer Roberto, querido Silencio. En términos de responsabilidad, nos remite directo a la niñez. Y sí, como dices, yo elijo serme fiel a mí misma, hasta no tener evidencia en contra. ;)
Gracias, Sinmás. Por la visita también.
Umma1: Si ¿verdad?
Gracias Bito, aunque mi mérito fue únicamente la recopilación. La vida nos brinda cada material...
Ivanbuenader: ¿El nene? Si, buenísimo.
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