lunes, marzo 10

A veces el destino llega y no lo vemos venir. No trae su bata ni su anuncio de neón con una flechita verde que se prende y apaga señalando "Aquí viene tu destino". A veces se disfraza de catarinas y adioses; otras, toma la forma de una manifestación que te obliga a ir por otra calle. Por eso quizá los antiguos se imaginaron al padre de los dioses como un hombre capaz de transformarse en cualquier cosa: lluvia, toro, río... para tirarse a la mujer que le hubiera calentado la hormona. Así, el padre Zeus se transformó en Firewall para silenciar a Lo-que-serÁ un rato, y se aseguró que así fuera mandando una lluvia de proyectos deseados y tareas no deseadas para asegurarse que el humus respose en paz un rato. Pero como yo creo en el destino es una mezcla de azar y de libre albedrío, espero que un eficiente oficio pueda abrir otra vez la rendija a esta ventana que me ha dado tanto y desde donde puedo asomarme de tanto en tanto a platicar de las cosas que me voy encontrando y me entusiasman y que no puedo dejar de compartir.

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