Quise bailar y fui llama
..........................................el espíritu sublimando a la materia;
las notas,
dedos ígneos
que tocan las escalas más altas
del alma.
Vuelo incandescente
la danza.
miércoles, agosto 31
domingo, agosto 28
Para Silencio
de parte de Lety Ricardez
El gato flotaba sobre la ciudad.
Sus ojos seguían las luces
.....................................................enloquecidas almas en pena.
Sonrió.
Su pálida sonrisa se vislumbró apenas
entre el humo.
Entonces, desapareció su cola
Desperté sobresaltada.
Por la ventana
Y un Silencio.
No sabía que los gatos de Cheshire estuvieran
siempre sonriendo; en realidad, no sabía ni
siempre sonriendo; en realidad, no sabía ni
siquiera que los gatos pudieran sonreír.
Lewis Carroll
Lewis Carroll
El gato flotaba sobre la ciudad.
Sus ojos seguían las luces
.....................................................enloquecidas almas en pena.
Sonrió.
Su pálida sonrisa se vislumbró apenas
entre el humo.
Entonces, desapareció su cola
..................................................y con ella un tramo de ciudad.
Luego, sus patas
.......................................y otro pedazo,
la panza
.............................uno más
el cuerpo
..................... . .
la cabeza.
Desperté sobresaltada.
Por la ventana
me saludó el cuarto menguante.
Y un Silencio.
De Onírica
sábado, agosto 20
Parece que fue ayer...
Memorias de una diletante
Era el martes 13 de junio del 2000. Seguramente ni cuenta me di en ese momento del inicio cabalístico, porque para entonces casi todo en mi vida era mala suerte. “El que hace del pan su paraíso, hace de su hambre el infierno” escribió hace mucho tiempo Antonio Porchia y cuando lo leí, tiempo después de ese martes 13, me reí de muy buena gana, porque en esos infiernos andaba. En fin. Raquel Olvera me ha salvado la vida en diversas ocasiones y su invitación a que asistiera al taller de poesía “Cardo” fue otra vez providencial. No solo había logrado sacarme de mi entierro voluntario; me inició en esta locura a la que no he sucumbido porque me defiendo como gato bocarriba y me cosió para siempre en el alma el espíritu del taller. Ahí llegaba yo a su departamento en Coyoacán, todos los martes, con mi cara de susto y casi sin sentirlo se me fue acomodando la vida. Ahí conocí a Nora Carrillo, Ninett Torres, Xavier Villareal, Oscar Cid, Oscar de Pablo, Mauro Ramírez, Tonatiuh Mar; también a Lety Ricardez, que era compañera del taller a distancia, pues vive en la ciudad de Oaxaca. Tenían ya algunos meses trabajando.
Bueno, pues. A lo que te truje. Mi primer apunte: Nicanor Parra (1914) “Mi posición es ésta: / el poeta no cumple su palabra / si no cambia el nombre de las cosas...” y ahí habría querido cambiarme por otra, porque cuando Raquel nos puso un ejercicio, yo miraba alrededor y veía tanto joven poeta –y eso que no había leído sus trabajos- y me sentía bastante insegura, la verdad. La siguiente sesión, Edgar Allan Poe y La filosofía de la composición. Presenciamos paso a paso la creación de un poema clásico (El cuervo), la concepción del ambiente, la elección de su longitud , de su color, del desenlace; el control del lenguaje, del ritmo... generoso Edgar. Y un ejercicio para entregar, que no he entregado aún. Otra sesión y Francisco Hernández. Mardonio Sinta nos puso a rimar. Yo creo que aquí empecé a engancharme de verdad; por lo menos, mi cuaderno está lleno de ejercicios después de esa sesión. Leímos un poema de Moneda de tres caras, el que Francisco le escribió a Robert Schuman y me tocó narrarle la clase a Lety Ricardez por internet. Luego, Eduardo Milán, laberíntico risueño, jugador del sentido y la repetición. Otro apunte: “Escribir es no volver la cabeza y preguntar ¿voy bien?”. Seguíamos rimando, haciendo coplas y espinelas. Empecé a alimentarme de lenguaje, de su sonido y su sentido. Supe, por ejemplo, que me gustan las esdrújulas. En otra sesión, Roberto Juarroz, el riguroso, el que escribe el intersticio, el mucho antes y el mucho después; el que (lo supe luego) se quedó sin abismos cuando murió Porchia.
La segunda edición
Jueves 27 de julio del 2000. Primera sesión de lo que habría de ser el Taller de Percepción Poética, en la Casa de la Cultura Tomasa Valdés. Tres preguntas fundamentales: ¿qué es la poesía? ¿qué es la palabra? ¿cuál es la diferencia entre poesía y poema?. Así empezó. A través de Funes, el memorioso, aprendimos la importancia de nombrar. Jueves 3 de agosto, Altazor. Vicente Huidobro, el buscador, el que deconstruye para encontrar. Aquí conocí a Ivonne Mendoza, a Carla Mariana, a Carmen Bassols, a Alma Delia y luego a Fabiola López y a David Borja. Encuentro trabajo y se me pierden cuatro meses de clase. Lo último que recuerdo fue haberle escrito a Lety Ricardez: “siento cómo los engranajes del aparato burocrático van dando cuenta de mi delicada piel de poeta”. No sé si reir o llorar.
Siguiente apunte, fechado el 23 de enero de 2001. Ivonne: “El poema es la aprensión de la poesía” (falta de ortografía imperdonable la mía, pero así lo escribí). Paz: “El poema es el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre”. Deduzco entonces que ya estábamos leyendo El Arco y la Lira y como “a grandes males, malos remedios”, me curo mi prejuicio contra Octavio recetándome a la par Sor Juana Inés de la Cruz o Las Trampas de la Fe. Banquetazo poético, a decir verdad, porque se podrá decir lo que sea, pero pocos son tan claros con el quehacer poético (yo no había leído a Gorostiza, habría que aclarar). Se me atravesó por ahí otra cita: “Además del conocimiento, la emoción, es decir, el sentimiento, es también una manera de penetrar en la verdad de las cosas”; Jacinto Canek. El lenguaje, verso y prosa, el ritmo, la otra orilla... Paz enamora a la musa y la describe enamorada, te toma de la mano y te va llevando cuadro por cuadro en este periplo que nos dejó Salvajes, locos, niños y poetas. Terminé esta segunda etapa como estudiante a distancia y con un par de lecturas en público o cuando menos, con sillas enfrente. Ya me alimentaba de poesía.
Tercera llamada
16 de enero de 2002. Tacubaya y transmutación. Las sesiones serían en la casa de Oscar Torres, en la colonia Roma; el texto, El poeta y la crítica. López Velarde, La suave patria y el romanticismo. César Vallejo, Trilce y la ira de dios. Vicente Huidobro, Altazor y la búsqueda de la esencia. José Gorostiza, Muerte sin fin y la transparencia (y me enamoro, por supuesto). Pablo Neruda, Los versos del capitán y algunos discursos. Luis Cardoza y la poesía que crece desde adentro y las cosas que no existen si no se nombran. José Lezama Lima, ¡ay! y la generosa complejidad. Tres sesiones o más nos llevó desmenuzar a este gigante. Rosario Castellanos y el mito. Roberto Juarroz y la poesía que crea realidad, “porque es la mayor realidad posible”. Jaime Sabines, Tarumba y la sencilla humanez. Fin del libro y el taller continúa. Dolores Castro y la ausencia de ripios, el lenguaje llano. Para entonces, Oscar Torres se nos había ido a Tuxtla Gutiérrez y estábamos salvajeando en el Patio de Sor Juana. Para entonces, ya se habían integrado al taller Roberto Ramos, Azucena Serralde y Román Guzmán, y Teresa Irazaba se daba sus vueltas. Para entonces, mi vida ya está llena de apuntes y pies de poema, que espero algún día andarán.
Junio de 2002. Jorge Luis Borges y su Arte poética. Seis conferencias, seis temas y otras tantas sesiones. Ritmo, imagen, metáfora, épica y dos mas. Raquel Olvera se promete que lo que resta de este año lo dedicaremos a escribir y que el año que entra empezaremos a ver traducciones. Por lo pronto ya nos puso tarea: un ensayo, un heterónimo, poemas crípticos. Ya terminé el ensayo.
Septiembre de 2002.
* * *
El martes 23, a las 19:00 horas, en la Casa del Poeta Ramón López Velarde (Álvaro Obregón No. 73, entre Córdoba y Mérida, Col. Roma), se presenta A la caza de intangibles, de José Antonio Matesanz.
¡Allí nos vemos!
Era el martes 13 de junio del 2000. Seguramente ni cuenta me di en ese momento del inicio cabalístico, porque para entonces casi todo en mi vida era mala suerte. “El que hace del pan su paraíso, hace de su hambre el infierno” escribió hace mucho tiempo Antonio Porchia y cuando lo leí, tiempo después de ese martes 13, me reí de muy buena gana, porque en esos infiernos andaba. En fin. Raquel Olvera me ha salvado la vida en diversas ocasiones y su invitación a que asistiera al taller de poesía “Cardo” fue otra vez providencial. No solo había logrado sacarme de mi entierro voluntario; me inició en esta locura a la que no he sucumbido porque me defiendo como gato bocarriba y me cosió para siempre en el alma el espíritu del taller. Ahí llegaba yo a su departamento en Coyoacán, todos los martes, con mi cara de susto y casi sin sentirlo se me fue acomodando la vida. Ahí conocí a Nora Carrillo, Ninett Torres, Xavier Villareal, Oscar Cid, Oscar de Pablo, Mauro Ramírez, Tonatiuh Mar; también a Lety Ricardez, que era compañera del taller a distancia, pues vive en la ciudad de Oaxaca. Tenían ya algunos meses trabajando.
Bueno, pues. A lo que te truje. Mi primer apunte: Nicanor Parra (1914) “Mi posición es ésta: / el poeta no cumple su palabra / si no cambia el nombre de las cosas...” y ahí habría querido cambiarme por otra, porque cuando Raquel nos puso un ejercicio, yo miraba alrededor y veía tanto joven poeta –y eso que no había leído sus trabajos- y me sentía bastante insegura, la verdad. La siguiente sesión, Edgar Allan Poe y La filosofía de la composición. Presenciamos paso a paso la creación de un poema clásico (El cuervo), la concepción del ambiente, la elección de su longitud , de su color, del desenlace; el control del lenguaje, del ritmo... generoso Edgar. Y un ejercicio para entregar, que no he entregado aún. Otra sesión y Francisco Hernández. Mardonio Sinta nos puso a rimar. Yo creo que aquí empecé a engancharme de verdad; por lo menos, mi cuaderno está lleno de ejercicios después de esa sesión. Leímos un poema de Moneda de tres caras, el que Francisco le escribió a Robert Schuman y me tocó narrarle la clase a Lety Ricardez por internet. Luego, Eduardo Milán, laberíntico risueño, jugador del sentido y la repetición. Otro apunte: “Escribir es no volver la cabeza y preguntar ¿voy bien?”. Seguíamos rimando, haciendo coplas y espinelas. Empecé a alimentarme de lenguaje, de su sonido y su sentido. Supe, por ejemplo, que me gustan las esdrújulas. En otra sesión, Roberto Juarroz, el riguroso, el que escribe el intersticio, el mucho antes y el mucho después; el que (lo supe luego) se quedó sin abismos cuando murió Porchia.
La segunda edición
Jueves 27 de julio del 2000. Primera sesión de lo que habría de ser el Taller de Percepción Poética, en la Casa de la Cultura Tomasa Valdés. Tres preguntas fundamentales: ¿qué es la poesía? ¿qué es la palabra? ¿cuál es la diferencia entre poesía y poema?. Así empezó. A través de Funes, el memorioso, aprendimos la importancia de nombrar. Jueves 3 de agosto, Altazor. Vicente Huidobro, el buscador, el que deconstruye para encontrar. Aquí conocí a Ivonne Mendoza, a Carla Mariana, a Carmen Bassols, a Alma Delia y luego a Fabiola López y a David Borja. Encuentro trabajo y se me pierden cuatro meses de clase. Lo último que recuerdo fue haberle escrito a Lety Ricardez: “siento cómo los engranajes del aparato burocrático van dando cuenta de mi delicada piel de poeta”. No sé si reir o llorar.
Siguiente apunte, fechado el 23 de enero de 2001. Ivonne: “El poema es la aprensión de la poesía” (falta de ortografía imperdonable la mía, pero así lo escribí). Paz: “El poema es el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre”. Deduzco entonces que ya estábamos leyendo El Arco y la Lira y como “a grandes males, malos remedios”, me curo mi prejuicio contra Octavio recetándome a la par Sor Juana Inés de la Cruz o Las Trampas de la Fe. Banquetazo poético, a decir verdad, porque se podrá decir lo que sea, pero pocos son tan claros con el quehacer poético (yo no había leído a Gorostiza, habría que aclarar). Se me atravesó por ahí otra cita: “Además del conocimiento, la emoción, es decir, el sentimiento, es también una manera de penetrar en la verdad de las cosas”; Jacinto Canek. El lenguaje, verso y prosa, el ritmo, la otra orilla... Paz enamora a la musa y la describe enamorada, te toma de la mano y te va llevando cuadro por cuadro en este periplo que nos dejó Salvajes, locos, niños y poetas. Terminé esta segunda etapa como estudiante a distancia y con un par de lecturas en público o cuando menos, con sillas enfrente. Ya me alimentaba de poesía.
Tercera llamada
16 de enero de 2002. Tacubaya y transmutación. Las sesiones serían en la casa de Oscar Torres, en la colonia Roma; el texto, El poeta y la crítica. López Velarde, La suave patria y el romanticismo. César Vallejo, Trilce y la ira de dios. Vicente Huidobro, Altazor y la búsqueda de la esencia. José Gorostiza, Muerte sin fin y la transparencia (y me enamoro, por supuesto). Pablo Neruda, Los versos del capitán y algunos discursos. Luis Cardoza y la poesía que crece desde adentro y las cosas que no existen si no se nombran. José Lezama Lima, ¡ay! y la generosa complejidad. Tres sesiones o más nos llevó desmenuzar a este gigante. Rosario Castellanos y el mito. Roberto Juarroz y la poesía que crea realidad, “porque es la mayor realidad posible”. Jaime Sabines, Tarumba y la sencilla humanez. Fin del libro y el taller continúa. Dolores Castro y la ausencia de ripios, el lenguaje llano. Para entonces, Oscar Torres se nos había ido a Tuxtla Gutiérrez y estábamos salvajeando en el Patio de Sor Juana. Para entonces, ya se habían integrado al taller Roberto Ramos, Azucena Serralde y Román Guzmán, y Teresa Irazaba se daba sus vueltas. Para entonces, mi vida ya está llena de apuntes y pies de poema, que espero algún día andarán.
Junio de 2002. Jorge Luis Borges y su Arte poética. Seis conferencias, seis temas y otras tantas sesiones. Ritmo, imagen, metáfora, épica y dos mas. Raquel Olvera se promete que lo que resta de este año lo dedicaremos a escribir y que el año que entra empezaremos a ver traducciones. Por lo pronto ya nos puso tarea: un ensayo, un heterónimo, poemas crípticos. Ya terminé el ensayo.
Septiembre de 2002.
* * *
El martes 23, a las 19:00 horas, en la Casa del Poeta Ramón López Velarde (Álvaro Obregón No. 73, entre Córdoba y Mérida, Col. Roma), se presenta A la caza de intangibles, de José Antonio Matesanz.
¡Allí nos vemos!
martes, agosto 9
Paseo dominguero
Nos fuimos de Temazcal. Después de una semana negra, el paisaje de las nopaleras en sus terrazas volcánicas y la frescura mañanera del bosque ya eran un buen augurio. Nos recibió en nahuatl, sobrio y amable, don Juan Melo; fuimos por el sendero desde las cactáceas y los pinos y el ocote y los cedros, las plantas medicinales, el sotobosque cuajado de helechos, la incubadora de setas, el teochol, los resumideros, el Camino Real por donde entró Zapata al DF, la lombricomposta, los plantíos de árnica y toronjil y chícharo y haba, el ocopiaxtle, el vivero forestal, el invernadero con setas, las ollas de captación de agua pluvial, una celda solar que abastece la batería que alimentará la computadora, unas inenarrables quesadillas de maíz nativo y el baño seco, hasta uno de los dos temazcales.
Doña Giralda, con sus increíbles 74 años ya nos esperaba con su manojo de pirul, mientras saboreábamos nuestro té de toronjil y nos preparábamos para entrar al seno del iglú de barro. Una vez adentro, doña Giralda le ofreció pulque al temazcal, "Germán", y le pidió que nos tratara bien. Acostados sobre una cama de hierbas, fuimos rameados uno por uno como lo ha hecho desde los 14 años esta mujer impresionante. Y paciente, porque a pesar de que nos la pasamos de cotorreo, solamente al final nos hizo una leve reprimenda: "Ya cállense, porque les va a doler la cabeza".
Después de enjuagarnos, nos esperaba Giovanni afuera con una cobija; nos arropó de pies a cabeza y nos fue acomodando en los petates, para descansar. Se supone que tendríamos que haber dormido, pero escuchábamos a lo lejos el olor de las quesadillas y más cerca los quejidos de la tripa y una vez cubierta la formalidad de yacer entamalados un rato, corrimos a invadir la cocina. Ahí, Silvia y las demás se afanaban en la hornilla sacando carretadas de quesadillas que fuimos enguyendo sin vergüenza, hasta la última hebra de queso, de flor de calabaza, de setas. Agua de jamaica, más té de toronjil y café de la olla ¡ah! y unos traguitos de pulque (:S), bañaron el festín. "La próxima vez que vengan, nos avisan y les preparamos un pollito enchilado con nopales y flor y queso, y una sopita de setas y frijolitos" fue la promesa.
Salimos de ahí cargados de abono orgánico y plantas. Ya de regreso, paramos por nieves, dulces típicos, más plantas y muchas macetas.
Y ni siquiera tuvimos que salir del Distrito Federal.
* * *
En "La Gran Palapa" (Sacacalchicahua), la gente de la comunidad de Santa Ana Tlacotenco, Milpa Alta, ha desarrollado este Centro Ecoturístico que muy orgullosos comparten con los visitantes. La posibilidad de vivir del producto de la tierra, conservando el bosque y su cultura los llevó a trabajar arduamente durante tres años. Ha valido (muchísimo) la pena su esfuerzo.
Así que más que un comercial, esto es un reconocimiento.
Y también un comercial:
"La Gran Palapa", kilómetro 28.5 de la carretera Xochimilco-Oaxtepec.
Teléfonos: 5844-1157 (Pedro Rodríguez) y 5844-4159 (Gabriela Castor).
Doña Giralda, con sus increíbles 74 años ya nos esperaba con su manojo de pirul, mientras saboreábamos nuestro té de toronjil y nos preparábamos para entrar al seno del iglú de barro. Una vez adentro, doña Giralda le ofreció pulque al temazcal, "Germán", y le pidió que nos tratara bien. Acostados sobre una cama de hierbas, fuimos rameados uno por uno como lo ha hecho desde los 14 años esta mujer impresionante. Y paciente, porque a pesar de que nos la pasamos de cotorreo, solamente al final nos hizo una leve reprimenda: "Ya cállense, porque les va a doler la cabeza".
Después de enjuagarnos, nos esperaba Giovanni afuera con una cobija; nos arropó de pies a cabeza y nos fue acomodando en los petates, para descansar. Se supone que tendríamos que haber dormido, pero escuchábamos a lo lejos el olor de las quesadillas y más cerca los quejidos de la tripa y una vez cubierta la formalidad de yacer entamalados un rato, corrimos a invadir la cocina. Ahí, Silvia y las demás se afanaban en la hornilla sacando carretadas de quesadillas que fuimos enguyendo sin vergüenza, hasta la última hebra de queso, de flor de calabaza, de setas. Agua de jamaica, más té de toronjil y café de la olla ¡ah! y unos traguitos de pulque (:S), bañaron el festín. "La próxima vez que vengan, nos avisan y les preparamos un pollito enchilado con nopales y flor y queso, y una sopita de setas y frijolitos" fue la promesa.
Salimos de ahí cargados de abono orgánico y plantas. Ya de regreso, paramos por nieves, dulces típicos, más plantas y muchas macetas.
Y ni siquiera tuvimos que salir del Distrito Federal.
* * *
En "La Gran Palapa" (Sacacalchicahua), la gente de la comunidad de Santa Ana Tlacotenco, Milpa Alta, ha desarrollado este Centro Ecoturístico que muy orgullosos comparten con los visitantes. La posibilidad de vivir del producto de la tierra, conservando el bosque y su cultura los llevó a trabajar arduamente durante tres años. Ha valido (muchísimo) la pena su esfuerzo.
Así que más que un comercial, esto es un reconocimiento.
Y también un comercial:
"La Gran Palapa", kilómetro 28.5 de la carretera Xochimilco-Oaxtepec.
Teléfonos: 5844-1157 (Pedro Rodríguez) y 5844-4159 (Gabriela Castor).
lunes, agosto 1
Soneto
Del misterio, del mar y de los sueños,
perdida, está mi alma enamorada;
mas no quiere contarles la cuitada
a qué le sabe el fuego de esos leños.
Tan pronto como alcanza los costeños
linderos, la vigilia arrebolada,
levanta su gozar la muy malvada,
esconde los vocablos más risueños.
Y aunque el placer se queda -no me guardo
de evocarla, a mis anchas, conmovida-
no ilumina la pluma de su bardo,
no libera su sangre enmudecida,
ni me deja gozar ¡ay, dulce dardo!
de cantarle a mi alma, ardiendo en vida.
Hoy, jueves 4 de agosto, se presenta la Antología "Cardo. 5 años" en Buenos Aires.
Haz click aquí
perdida, está mi alma enamorada;
mas no quiere contarles la cuitada
a qué le sabe el fuego de esos leños.
Tan pronto como alcanza los costeños
linderos, la vigilia arrebolada,
levanta su gozar la muy malvada,
esconde los vocablos más risueños.
Y aunque el placer se queda -no me guardo
de evocarla, a mis anchas, conmovida-
no ilumina la pluma de su bardo,
no libera su sangre enmudecida,
ni me deja gozar ¡ay, dulce dardo!
de cantarle a mi alma, ardiendo en vida.
De Onírica
* * *
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Hoy, jueves 4 de agosto, se presenta la Antología "Cardo. 5 años" en Buenos Aires.
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