lunes, septiembre 12

La penumbra, acentuada por el leve resplandor del domo en el techo, envolvía completamente la habitación. La sensación de una presencia arrancó a la mujer de su sueño. ¿Se habrían metido a robar? Se levantó a revisar la casa. Nadie.

Qué extraño, la sensación persistía. Se acostó. La certeza de un peligro enorme y cercano comenzó a helarle la sangre en las venas. Intentó inútilmente recordar los fantasmas infantiles ahuyentados en los brazos paternos y razonar la naturaleza racional del peligro. El temor crecía y se hacía cada vez más presente.

Despertó al hombre que dormía a su lado: “Tengo miedo” le dijo, “prende la luz”. El hombre abrió los ojos y la oscuridad lo llenó por dentro. Se incorporó, se sentó en la cama de espaldas a la mujer y ella vio claramente cómo su cabeza se hundía en las tinieblas. Los hombros del hombre sin cabeza se estremecieron mientras una voz sin labios preguntó por el interruptor.

El miedo era cada vez más cercano y la mujer no pudo ni siquiera gritar, su voz sonó apenas: “Ya prende la luz, por favor”. Cerró sus párpados instintivamente ante la claridad que debía borrar cualquier sensación espectral. Pero no fue así.

Algo se estaba fraguando muy cerca de ella; podía sentirlo. Sabía que algo escrutaba en el tiempo y el espacio buscando y esa noche había encontrado. Sentía sus fríos susurros recorriéndole la espalda y succionando cualquier resto de cordura. Aquello se preparaba para dar el golpe final ¿Cuál sería? ¿locura, suicidio...? ¿asesinato?

Podía sentir la palidez de su cara, los dedos helados y engarrotados. Buscó al hombre con los ojos y descubrió la oscuridad en su mirada. Lo vio huir despavorido de la casa. “¡Cobarde!” gritó mil veces el terror de la mujer y sus músculos llegaron a su máxima tensión.

Sintió la sonrisa del miedo en el oído y lo miró irse detrás del hombre. Segundos después, el prolongado rechinar de unas llantas le arrancó un grito ahogado o tal vez el golpe seco que sonó en la calle se hizo eco en su boca. Silencio.

Una repentina sensación de calma la inundó por completo. No había peligro. Ya no había peligro. ¿Qué habría pasado si él no huye? Un imperativo agotamiento abortó la posibilidad de cualquier respuesta en su cabeza. Agotada, durmió hasta muy entrada la tarde. Ni siquiera escuchó llegar la ambulancia.


De Innombrables

10 comentarios:

Lety Ricardez dijo...

Mu bueno mi querida Maria Luisa, ya me tenías dando vueltas como loquita sin que volvieras. Muy bueno de verdad. Besos

Silencio dijo...

Es muy bueno, muy divertido, me recordó a mi madre despertandonos a todos porque no podía dormir...

Dra. Kleine dijo...

Brrr, que bueno que leo esto durante el día...si pasa de noche no sé ue pensar...brrr
heme aquí de nuez!

Unknown dijo...

Absolutamente logrado.
Besitos.

Unknown dijo...

Lo que me parece mejor es la ambiguedad entre si se suicidó o asesinó al marido. Lo cual por otro lado me parece universal.

Silencio dijo...

10 AM en el popular?

Lo-que-serA dijo...

Listo. ¿Tú le avisas a Oscar?

Hamletmaschine dijo...

Felicidades por tu cumpleaños, me queda la impresion de que se esta fraguando algo mas, felices conspiraciones entonces... tal vez nos veamos pronto, espero que si...

Un abrazo...

Lety Ricardez dijo...

Maria Luisa ya regresa, o te sentó mal la resaca? Muchos besitos en la frente y una jarra de jugo con hielitos.

Unknown dijo...

otra para mí ¿no?