viernes, enero 5

Les digo que deben avisar
que no pueden asaltarme a mitad de la calle
o pagando la fruta en el mercado.
Les digo que no puedo dedicarles tanto tiempo
que a veces necesito estar tranquilamente en mi casa.
Son impertinentes,
no hay agenda que las arredre;
la de veces que he tenido que quedarme a sufrir su llegada intempestiva.
Por momentos logro que se queden calladas, quietecitas;
pero siempre vuelven a correr
pisotéandome el pecho
las lágrimas.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

las meteré al registro federal de causantes
las enlistaré como voluntarias de guerra
las mandaré a hacer cola a los bancos
que se jodan
aunque siempre regresen
y se me sequen los ojos de tanto de ellas
de tanto verlas

Lety Ricardez dijo...

Ay que llegar al fondo del asunto, picarles los ojos, para que suelten de donde vienen, en donde está el secreto, sólo así se puede con ellas doña Maria Luisa.

También sirve dejarse apapachar un poquito, aquí te dejo, si los quieres, mis brazos siempre abiertos

Silencio dijo...

Y traiciones se vuelven, a media pista, sin aviso, sin ninguna anunciación. Llegan, y a veces ya si curan, solo salen.

A dos pasos dos. El buen Yo.

fgiucich dijo...

Làgrimas que duelen. Abrazos.

Lo-que-serA dijo...

Mire Nasty: Buena venganza contra las jijas. Gustazo verle. Que se repita pronto.

El origen de las lágrimas. Buenísima línea mi Lety. No sabes cómo me anda por ir a acurrucarme en tu amor, señora linda. Es bueno tenerte de vuelta.

A traición y sin cura, a veces. Malditas. Beso.

Y cuando las lágrimas duelen ni llorar es bueno, Fgiucich. Abrazo.

ivan buenader dijo...

A ver si ahora lo consigo: van 3 veces que intento dejarte este comentario en 3 días distintos :(
Te decía que está cabrón tu poema.
Felicidades.
Y una sugerencia: que le quites el último verso, para que si alguien quiere ver más allá de las lágrimas, pueda.