jueves, agosto 2

Habría que gritarle que se calle
que no escriba más
pero apenas lo conoces y no vas a decirle
que las palabras que se forman en tu pantalla
son sombra de otras palabras;
no le vas a contar
en parte porque apenas lo conoces
y también para seguir escuchando.
Habría que escribirle que se calle
que los recuerdos que te cuenta no le pertenecen
que convocan un fantasma delgadísimo
que corta limpiamente tu convalescencia.
Habría que decirle que se calle
pero no quieres detener ese dulzor que te abrasa
o es que cuando empezó a contarte
ese instante
se parecía tanto a la muerte.
Habría que decirle que se calle
pero no vas a hacerlo para poder decirte a ti misma
después de apaciguado el cardumen que despertó aquella tarde:
Sobreviví.

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