La noche entre las sienes palpita;
de un lado a otro es lo único que queda;
raíz que se nutre de muerte
avanza en un crujir de recuerdos silenciosos:
la luz de las hojas,
la sangre mercurial del crepúsculo,
el mar y su respiración de aves,
las miradas que nos enseñaron el amor.
Mudo de pensamiento ser faro en la tormenta
y abandonarse, epifocalmente, en expansión,
abandonarse de todo sentido y contrasentido,
de la acción y la reacción de abandonarse.
La sombra inmóvil del cielo insuflará los sueños de todo lo que existe.
Nadieco
5 comentarios:
Hay cosas que si pueden seguir tras del crepúsculo... lo sé.
Joder, y la leo y aún puedo sentir la negrura de la noche en mi piel.
Qué buena, a este no le conocía.
Respiran quedito, Dra. Un abrazo.
Es bueno este muchacho. Muy bueno. Saludos, Bito.
Me encanta Don Nadieco, sigo recordando el poema de él que nos leyó Raquel en esa tarde de taller en la que tuve la dicha de estar.
Este muchacho tiene duende, diría García Lorca. Bueno, no sé si lo diría Federico, pero yo sí: tiene duende.
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