Te mira el sueño fijamente y luego enuncia:
vidasombra
muerteluz.
¿Qué hace uno en esos casos?
¿Llora? ¿Ríe?
Por supuesto que llora
por supuesto que ríe
capaz que hasta llorarríe.
O calla.
O espera.
¿Se espera a la vida en la sombra?
¿Se espera a la muerte en la luz?
viernes, junio 30
miércoles, junio 28
Andante en tres tiempos
Más borroso que un velo tramado por la lluvia sobre los ojos de la lejanía,
confuso como un fardo,
errante como un médano indeciso en la tierra de nadie,
sin rasgos, sin consistencia, sin asas ni molduras,
así era tu porvenir visto desde las instantáneas rendijas del pasado.
Sin embargo detrás hay un taller que fragua sin cesar tu muestrario de máscaras.
Es un recinto que retrocede y que te absorbe exhalando el paisaje.
Allí en algún rincón están de pie tus primeras visiones,
y también las imágenes de ayer y aun los espejismos que no se condensaron,
más las ciegas legiones de fantasmas que son huecos anuncios todavía.
Entre todos imprimen un diseño secreto en las alfombras por donde pasarás,
muelen tus alimentos de mañana en el mortero de lo desconocido
y elaboran en rígidos lienzos los ropajes para tu absolución o tu condena.
Cambia, cambia de vuelo como la ráfaga del enjambre bajo la tormenta.
Un soplo habrá disuelto la reunión;
un soplo la convoca en un nuevo diseño, junto a nuevos ropajes y nuevos alimentos.
¡Qué vivero de formas al acecho de un molde desde el principio hasta el final!
Palmo a palmo, virando
de un día a otro fulgor, de una noche a otra sombra,
llegas con cada paso a ese lugar al que te remolcaron todas las corrientes:
una región de lobos o corderos donde erigir tu tienda una vez más
y volver a partir, aunque te quedes, aspirado de nuevo por la boca del viento.
Es esa la comarca, esa es la casa, esos son los rostros que veías difusos,
fraguados en el humo de la víspera,
apenas esculpidos por el aliento leproso de la niebla.
Ahora están tallados a fuego y cuchillo en la dura sustancia del presente,
una roca escindida que ahora permanece, que ya se desmorona,
que se escurre sin fin por la garganta de insaciables arenas.
Entre la oscilación y la caída, si no te deslizas hacia adelante, mueres.
Apresúrate, atrapa el petirrojo que huye, la escarcha que se disuelve en jardín.
Somételos con un ademán tan rápido que se asemeje a la quietud,
a esa trampa del tiempo solapado que se desdobla en antes y en después.
Sólo conseguirás un presagio de plumas y un resabio de hielo.
A veces, pocas veces, un modelo para los esplendores y las lágrimas de tu porvenir.
¿Y qué fue del pasado, con su carga de sábanas ajadas y de huesos roídos?
¿Es nada más que un embalaje roto,
una mano en el vidrio ceniciento a lo largo de toda la alameda?
¿O un depósito inmóvil donde se acumulan el oro y las escorias de los días?
Pliega las alas para ver.
Esa mole que llevas creciendo a tus espaldas es tu albergue vampiro.
No me hables solamente de un panteón o de algún tribunal embalsamado,
siempre en suspenso y hasta el fin del mundo.
Porque también allí cada dibujo cambia con el último trazo,
cada color se funde con el tinte de la nueva estación o la que viene,
cada calco envejece, se resquebraja y pierde su motivo en el polvo;
pero el muro en que guardas estampadas las manos de la infancia
es ese mismo muro que proyecta unas manos finales sobre los muros de tu porvenir.
¿Y acaso ayer no asoma algunas veces como marzo en septiembre y canta en la enramada?
Todo es posible cuando se desborda y rehace un recuento la memoria:
imprevistas alquimias, peldaños que chirrían, cajones clausurados y carruajes en marcha.
Sorprendente inventario en el que testimonian hasta las puertas sin abrir.
Hoy, mañana o ayer,
nunca ningún refugio donde permanecer inalterable entre la llama y el carbón.
Los oleajes se cruzan y conspiran como los visitantes en los sueños,
intercambian espumas, cáscaras, amuletos y papeles cifrados y jirones,
y todo tiempo inscribe su sentencia bajo las aguas de los otros tiempos,
mientras viajas a tumbos en tu tablón precario justo en el filo de las marejadas.
Pero hay algo, tal vez, que logró sustraerse a las maquinaciones de los años,
algo que estaba fuera de la fugacidad, la duración y la mudanza.
Guarda, guarda esa prenda invulnerable que cobraste al pasar
y que llevas oculta como un ladrón furtivo desdel el comienzo hasta el futuro.
Estandarte o sortija, perla, grano de sal o escapulario,
describe una parábola de brasas a medida que te aproximas, que llegas, que te alejas:
tu credencial de amor en la noche cerrada.
Olga Orozco
confuso como un fardo,
errante como un médano indeciso en la tierra de nadie,
sin rasgos, sin consistencia, sin asas ni molduras,
así era tu porvenir visto desde las instantáneas rendijas del pasado.
Sin embargo detrás hay un taller que fragua sin cesar tu muestrario de máscaras.
Es un recinto que retrocede y que te absorbe exhalando el paisaje.
Allí en algún rincón están de pie tus primeras visiones,
y también las imágenes de ayer y aun los espejismos que no se condensaron,
más las ciegas legiones de fantasmas que son huecos anuncios todavía.
Entre todos imprimen un diseño secreto en las alfombras por donde pasarás,
muelen tus alimentos de mañana en el mortero de lo desconocido
y elaboran en rígidos lienzos los ropajes para tu absolución o tu condena.
Cambia, cambia de vuelo como la ráfaga del enjambre bajo la tormenta.
Un soplo habrá disuelto la reunión;
un soplo la convoca en un nuevo diseño, junto a nuevos ropajes y nuevos alimentos.
¡Qué vivero de formas al acecho de un molde desde el principio hasta el final!
Palmo a palmo, virando
de un día a otro fulgor, de una noche a otra sombra,
llegas con cada paso a ese lugar al que te remolcaron todas las corrientes:
una región de lobos o corderos donde erigir tu tienda una vez más
y volver a partir, aunque te quedes, aspirado de nuevo por la boca del viento.
Es esa la comarca, esa es la casa, esos son los rostros que veías difusos,
fraguados en el humo de la víspera,
apenas esculpidos por el aliento leproso de la niebla.
Ahora están tallados a fuego y cuchillo en la dura sustancia del presente,
una roca escindida que ahora permanece, que ya se desmorona,
que se escurre sin fin por la garganta de insaciables arenas.
Entre la oscilación y la caída, si no te deslizas hacia adelante, mueres.
Apresúrate, atrapa el petirrojo que huye, la escarcha que se disuelve en jardín.
Somételos con un ademán tan rápido que se asemeje a la quietud,
a esa trampa del tiempo solapado que se desdobla en antes y en después.
Sólo conseguirás un presagio de plumas y un resabio de hielo.
A veces, pocas veces, un modelo para los esplendores y las lágrimas de tu porvenir.
¿Y qué fue del pasado, con su carga de sábanas ajadas y de huesos roídos?
¿Es nada más que un embalaje roto,
una mano en el vidrio ceniciento a lo largo de toda la alameda?
¿O un depósito inmóvil donde se acumulan el oro y las escorias de los días?
Pliega las alas para ver.
Esa mole que llevas creciendo a tus espaldas es tu albergue vampiro.
No me hables solamente de un panteón o de algún tribunal embalsamado,
siempre en suspenso y hasta el fin del mundo.
Porque también allí cada dibujo cambia con el último trazo,
cada color se funde con el tinte de la nueva estación o la que viene,
cada calco envejece, se resquebraja y pierde su motivo en el polvo;
pero el muro en que guardas estampadas las manos de la infancia
es ese mismo muro que proyecta unas manos finales sobre los muros de tu porvenir.
¿Y acaso ayer no asoma algunas veces como marzo en septiembre y canta en la enramada?
Todo es posible cuando se desborda y rehace un recuento la memoria:
imprevistas alquimias, peldaños que chirrían, cajones clausurados y carruajes en marcha.
Sorprendente inventario en el que testimonian hasta las puertas sin abrir.
Hoy, mañana o ayer,
nunca ningún refugio donde permanecer inalterable entre la llama y el carbón.
Los oleajes se cruzan y conspiran como los visitantes en los sueños,
intercambian espumas, cáscaras, amuletos y papeles cifrados y jirones,
y todo tiempo inscribe su sentencia bajo las aguas de los otros tiempos,
mientras viajas a tumbos en tu tablón precario justo en el filo de las marejadas.
Pero hay algo, tal vez, que logró sustraerse a las maquinaciones de los años,
algo que estaba fuera de la fugacidad, la duración y la mudanza.
Guarda, guarda esa prenda invulnerable que cobraste al pasar
y que llevas oculta como un ladrón furtivo desdel el comienzo hasta el futuro.
Estandarte o sortija, perla, grano de sal o escapulario,
describe una parábola de brasas a medida que te aproximas, que llegas, que te alejas:
tu credencial de amor en la noche cerrada.
Olga Orozco
lunes, junio 26
miércoles, junio 21
La muerte masticó tus carcajadas;
te aplastó el corazón
traicionera
en el desmayo de un párpado
Supiste de inmediato que te morías
como lo sabías todo
escuchando la marcha de las nubes
siguiendo a los insectos
soñando.
¿Qué sentiste? ¿Cuáles fueron tus palabras?
Serenas tuvieron que ser,
brisa marina.
Te visito seguido, te sigo pidiendo cosas;
te encuentro en el espejo con frecuencia
en mi historia y en los sueños.
Te pregunto qué hacer
me pregunto cómo harías
incansable mariquita manos de colibrí.
Sonreiría, me digo, seguro sonreiría
con sus dientes cotiledón.
Tendrías que levantarte a mirar tu rayo de luz en las nietas
y antes de morirte de alegría visitar la casa sin tus rosas
poner una caja de música en mi almohada
acunar en tus brazos a la hermana
mayor desde pequeña
colgar soles en nuestras ventanas
que nos quedamos tan lluvia cuando te fuiste.
Te haría rabiar otra vez para escucharte decirme cabrona
te mostraría mis cuadernos te presentaría a mi hijo
comerías tus recetas
Tal vez no te extrañara mirarme escribirte, toda lágrimas y mocos;
prepararías un té, me contarías, pausada, tu día
y yo terminaría despepitándolo todo entre tus brazos
y nos reiríamos y me mandarías a tirar tantos pañuelos a la basura.
Vengo aquí seguido
en silencio
a preguntarme cómo habría sido la vida.
Veinte años me llevó pronunciar tu muerte, madre.
te aplastó el corazón
traicionera
en el desmayo de un párpado
Supiste de inmediato que te morías
como lo sabías todo
escuchando la marcha de las nubes
siguiendo a los insectos
soñando.
¿Qué sentiste? ¿Cuáles fueron tus palabras?
Serenas tuvieron que ser,
brisa marina.
Te visito seguido, te sigo pidiendo cosas;
te encuentro en el espejo con frecuencia
en mi historia y en los sueños.
Te pregunto qué hacer
me pregunto cómo harías
incansable mariquita manos de colibrí.
Sonreiría, me digo, seguro sonreiría
con sus dientes cotiledón.
Tendrías que levantarte a mirar tu rayo de luz en las nietas
y antes de morirte de alegría visitar la casa sin tus rosas
poner una caja de música en mi almohada
acunar en tus brazos a la hermana
mayor desde pequeña
colgar soles en nuestras ventanas
que nos quedamos tan lluvia cuando te fuiste.
Te haría rabiar otra vez para escucharte decirme cabrona
te mostraría mis cuadernos te presentaría a mi hijo
comerías tus recetas
Tal vez no te extrañara mirarme escribirte, toda lágrimas y mocos;
prepararías un té, me contarías, pausada, tu día
y yo terminaría despepitándolo todo entre tus brazos
y nos reiríamos y me mandarías a tirar tantos pañuelos a la basura.
Vengo aquí seguido
en silencio
a preguntarme cómo habría sido la vida.
Veinte años me llevó pronunciar tu muerte, madre.
martes, junio 20
domingo, junio 18
Her Kind
I have gone out, a possessed witch,
haunting the black air, braver at night;
dreaming evil, I have done my hitch
over de plain houses, light by light:
lonely thing, twelve-fingered, out of mind.
A woman like that is not a woman, quite.
I have been her kind.
I have found the warm caves in the woods,
filled them with skillets, carvings, shelves,
closets, silks, innumerable goods;
fixed the suppers for the worms and the elves:
whining, rearranging the disaligned.
A woman like that is misunderstood.
I have been her kind.
I have ridden in your cart, driver,
waved my nude arms at villages going by,
learning the last bright routes, survivor
where your flames still bite my thigh
and my ribs crack where your wheels wind.
A woman like that is not ashamed to die.
I have been her kind.
Anne Sexton
De ésas
He salido al mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello;
soñando el mal, he sobrevolado
las casas planas, de luz en luz:
pobre solitaria, con mis 12 dedos, enajenada.
Una mujer así no es una mujer, lo sé.
Yo he sido de ésas.
He encontrado las cuevas tibias del bosque,
las he llenado de sartenes, tallas, estantes,
de armarios, sedas, de incontables bienes;
he preparado la cena de los gusanos y los elfos:
llorando, aullando, ordenando lo que estaba mal.
A una mujer así no se la comprende.
Yo he sido de ésas.
He viajado contigo, carretero, saludando
con los brazos desnudos a los pueblos que pasaban,
aprendiéndome las últimas rutas de la claridad, superviviente
allí donde tus llamas aún muerden mis muslos
y crujen mis costillas bajo la presión de tu carreta.
Una mujer así no se avergüenza de morir.
Yo he sido de ésas.
Traducción de Michelle René en http://www.mujerpalabra.net/conoce_a/pages/anne_sexton.htm
haunting the black air, braver at night;
dreaming evil, I have done my hitch
over de plain houses, light by light:
lonely thing, twelve-fingered, out of mind.
A woman like that is not a woman, quite.
I have been her kind.
I have found the warm caves in the woods,
filled them with skillets, carvings, shelves,
closets, silks, innumerable goods;
fixed the suppers for the worms and the elves:
whining, rearranging the disaligned.
A woman like that is misunderstood.
I have been her kind.
I have ridden in your cart, driver,
waved my nude arms at villages going by,
learning the last bright routes, survivor
where your flames still bite my thigh
and my ribs crack where your wheels wind.
A woman like that is not ashamed to die.
I have been her kind.
Anne Sexton
De ésas
He salido al mundo, una bruja poseída,
rondando el aire negro, más valiente por ello;
soñando el mal, he sobrevolado
las casas planas, de luz en luz:
pobre solitaria, con mis 12 dedos, enajenada.
Una mujer así no es una mujer, lo sé.
Yo he sido de ésas.
He encontrado las cuevas tibias del bosque,
las he llenado de sartenes, tallas, estantes,
de armarios, sedas, de incontables bienes;
he preparado la cena de los gusanos y los elfos:
llorando, aullando, ordenando lo que estaba mal.
A una mujer así no se la comprende.
Yo he sido de ésas.
He viajado contigo, carretero, saludando
con los brazos desnudos a los pueblos que pasaban,
aprendiéndome las últimas rutas de la claridad, superviviente
allí donde tus llamas aún muerden mis muslos
y crujen mis costillas bajo la presión de tu carreta.
Una mujer así no se avergüenza de morir.
Yo he sido de ésas.
Traducción de Michelle René en http://www.mujerpalabra.net/conoce_a/pages/anne_sexton.htm
viernes, junio 16
Filosofía y poesía
El filósofo quiere lo uno, porque lo quiere todo, hemos dicho. Y el poeta no quiere propiamente todo, porque teme que en este todo no esté en efecto cada una de las cosas y sus matices; el poeta quiere una, cada una de las cosas sin restricción, sin abstracción ni renuncia alguna. Quiere un todo desde el cual se posea cada cosa, mas no entendiendo por cosa esa unidad hecha de sustracciones. La cosa del poeta no es jamás la cosa conceptual del pensamiento, sino la cosa completísima y real, la cosa fantasmagórica y soñada, la inventada, la que hubo y la que no habrá jamás. Quiere la realidad, pero la realidad poética no es sólo la que hay, la que es; sino la que no es; abarca el ser y el no ser en admirable justicia caritativa, pues todo, todo tiene derecho a ser hasta lo que no ha podido ser jamás. El poeta saca de la humillación del no ser a lo que en él gime, saca de la nada a la nada misma y le da nombre y rostro. El poeta no se afana para que de las cosas que hay, unas sean y otras no lleguen a este privilegio, sino que trabaja para que todo lo que hay y lo que no hay, llegue a ser. El poeta no teme a la nada.
María Zambrano
María Zambrano
miércoles, junio 14
Presentación
martes, junio 13
Debería desarmarlo todo
todo todo hasta los fundamentos
Limpiar enderezar limar cada una de las partes
Que aprendan las velas a tenderse
los mástiles a sostener cacerolas
las amarras zumbarían entre dos pares de manecitas
y el ancla giralda giraría
Harían los maderos caballitos
cercas armarios fuego
Tendría después que rearmarlo todo
los fundamentos
inclusive
volver al mar
Tal vez entonces supiera
finalmente
navegar
todo todo hasta los fundamentos
Limpiar enderezar limar cada una de las partes
Que aprendan las velas a tenderse
los mástiles a sostener cacerolas
las amarras zumbarían entre dos pares de manecitas
y el ancla giralda giraría
Harían los maderos caballitos
cercas armarios fuego
Tendría después que rearmarlo todo
los fundamentos
inclusive
volver al mar
Tal vez entonces supiera
finalmente
navegar
sábado, junio 10
jueves, junio 8
Presencia
¿Qué va a quedar de mí cuando me muera
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?
¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.
No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto.
José Emilio Pacheco
* * *
De la selección de poemas de junio, en Noctambulario.
sino esta llave ilesa de agonía,
estas pocas palabras con que el día,
dejó cenizas de su sombra fiera?
¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera
esa daga final? Acaso mía
será la noche fúnebre y vacía
que vuelva a ser de pronto primavera.
No quedará el trabajo, ni la pena
de creer y de amar. El tiempo abierto,
semejante a los mares y al desierto,
ha de borrar de la confusa arena
todo lo que me salva o encadena.
Más si alguien vive yo estaré despierto.
José Emilio Pacheco
* * *
De la selección de poemas de junio, en Noctambulario.
martes, junio 6
Plenitud
Separarse
separarse de sí mismo;
agarrar una parte por el bosque
y que otra espere en casa
y se emborrache.
separarse de sí mismo;
agarrar una parte por el bosque
y que otra espere en casa
y se emborrache.
lunes, junio 5
Deseos
Que se tutee con la felicidad
que reconozca su instinto
que lo siga
que juegue a las canicas
que sepa elegir
que sepa dejarse elegir
que aprenda a navegar
también a pescar
que no olvide las estrellas
que tenga mucho sueños
que los recuerde siempre
que se platique mucho
que nunca se preocupe por las arrugas
que se haga amiga de los pájaros
y de las musas
que sepa hallar el equilibrio
y perderlo
Que no le tema al silencio
que no le falten las palabras.
que reconozca su instinto
que lo siga
que juegue a las canicas
que sepa elegir
que sepa dejarse elegir
que aprenda a navegar
también a pescar
que no olvide las estrellas
que tenga mucho sueños
que los recuerde siempre
que se platique mucho
que nunca se preocupe por las arrugas
que se haga amiga de los pájaros
y de las musas
que sepa hallar el equilibrio
y perderlo
Que no le tema al silencio
que no le falten las palabras.
viernes, junio 2
No creo en las coincidencias pero me encantan. Por eso cuando pasé por el cafecito donde tocaban jazz, justo ahora que leía a los beats, no dudé en entrar. Expresso cortado doble y un vaso con agua y las notas sucediéndose, cascada, surtidor. Afuera el trajín de siempre: la gente yendo y viniendo, las banquetas marcando el ritmo; una locomotora dorada recorría empeñosa su elipse, una y otra vez, vigía de la curvatura, hasta que pasó la camioneta de la Delegación. Pude haber permanecido ahí días enteros hasta mirar la cantera barroca transformarse en nubes y los cuadros de tezontle en campos roturados, como en los cuadros de Velázquez; las puertas en calles y bocacalles, el tachonado en fuentes... Pude haber esperado la lluvia y subirme al arcoiris que le crece a la Catedral en la cabeza. Pero no llovió y una señora la emprendía a mordidas con la luna llena, escarlata jicaleta encaramada en un palito y yo no lo sabía, pero las cartas de Owen y una edición estupenda de Humberto Ak'abal me esperaban, polvorientas, en las librerías de viejo. Me gusta el Centro Histórico, es irremediable. En tardes como ésta me da la impresión de encontrar ahí una parte mía que me gusta y que me acompaña durante días.
jueves, junio 1
Concurso de Poesía Cardo 2006
Antecedentes
El Colectivo Poético Cardo es una organización cultural independiente que inicia labores en 1999, a partir de un taller de percepción poética, coordinado por la poeta mexicana Raquel Olvera. Conscientes de la importancia primordial del arte en la sociedad, ha buscado el encuentro de diversas expresiones artísticas, organizando exposiciones multidisciplinarias tanto en México como en el extranjero. Ha incursionado en labores de edición, publicando los primeros trabajos de los integrantes en colecciones artesanales y en 2005 publica su primera antología poética “Cardo. Cinco años. Poesía”. Esta experiencia lleva al Colectivo a emprender la creación de su propio sello editorial, autogestivo, que tiene ya en circulación sus cinco primeros títulos de poesía. Conscientes de la dificultad que entraña la publicación para escritores nóveles, por un lado, y por el otro interesados en reunir experiencias literarias de distintas latitudes, el Colectivo Poético Cardo emprende la organización de un concurso de poesía hispanoamericana, con las siguientes
BASES DE PARTICIPACION:
El Colectivo Poético Cardo se reserva el derecho a dirimir, con la participación del jurado, cualquier asunto no especificado en estas Bases, así como a declarar desierto el presente Concurso de Poesía.
El Colectivo Poético Cardo es una organización cultural independiente que inicia labores en 1999, a partir de un taller de percepción poética, coordinado por la poeta mexicana Raquel Olvera. Conscientes de la importancia primordial del arte en la sociedad, ha buscado el encuentro de diversas expresiones artísticas, organizando exposiciones multidisciplinarias tanto en México como en el extranjero. Ha incursionado en labores de edición, publicando los primeros trabajos de los integrantes en colecciones artesanales y en 2005 publica su primera antología poética “Cardo. Cinco años. Poesía”. Esta experiencia lleva al Colectivo a emprender la creación de su propio sello editorial, autogestivo, que tiene ya en circulación sus cinco primeros títulos de poesía. Conscientes de la dificultad que entraña la publicación para escritores nóveles, por un lado, y por el otro interesados en reunir experiencias literarias de distintas latitudes, el Colectivo Poético Cardo emprende la organización de un concurso de poesía hispanoamericana, con las siguientes
BASES DE PARTICIPACION:
- Puede participar cualquier escritor de poesía en español, con un mínimo de 10 cuartillas y máximo de 15. Los integrantes del Colectivo Poético Cardo no podrán participar en este concurso.
- Los participantes deben enviar su trabajo vía correo electrónico, indicando en el asunto “Concurso de Poesía Colectivo Poético Cardo 2006”, a la dirección electrónica concurso.poesia.cardo2006@gmail.com, firmado con un seudónimo. En otro correo deben enviar sus datos personales (nombre completo, edad, ciudad de residencia, país y teléfono).
- Los jueces serán elegidos por el Colectivo y sus nombres dados a conocer con la publicación del fallo, que se hará en la bitácora del Colectivo (www.colectivopoeticocardo.blogspot.com).
- El jurado elegirá tres primeros lugares, cuyos trabajos serán publicados en un número especial de la Colección Cardo. Cada uno de los ganadores recibirá 30 libros.
- La fecha límite de entrega de los trabajos es el 30 de septiembre de 2006 y el fallo se dará a conocer el 31 de octubre del mismo año. La fecha de publicación del libro no será posterior a febrero de 2007.
El Colectivo Poético Cardo se reserva el derecho a dirimir, con la participación del jurado, cualquier asunto no especificado en estas Bases, así como a declarar desierto el presente Concurso de Poesía.
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