Si en el tiempo aún espero es que, sumiso,
aunque también inconsolable, entiendo
que el fruto fue, que a la niñez sorprendo,
no don terreno, mas celeste aviso.
Pues, mirando que más tuvo que quiso,
si al sueño sus imágenes suspendo,
de la niñez, como de un arte, aprendo
que sencillez le basta al paraíso.
El sabor embriagado y misterioso,
claro al oído (el mundo silencioso
y encantados los ruidos de la vida)
vivo el color en ojos reposados,
el tacto cálido, aires perfumados
y en la sangre una llama inextinguida.
Jorge Cuesta
(Veracruz, México; 21 de septiembre de 1903 - 13 de agosto de 1942)
1 comentario:
Una sorpresa muy grata, encontrar en tu espacio de poesía este soneto de una de las figuras clave del grupo Contemporáneos.
Saludos....
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