sábado, marzo 18

Yo conocí, siendo niño,
la alegría de dar vueltas
sobre un corcel colorado,
en una noche de fiesta.
En el aire polvoriento
chispeaban las candelas,
y la noche azul ardía
toda sembrada de estrellas.
¡Alegrías infantiles
que cuestan una moneda
de cobre, lindos pegasos,
caballitos de madera!

Antonio Machado

6 comentarios:

Bito dijo...

Me encanta ese poema!!

Qué bueno volverlo a leer. Hacía mogollón de tiempo.

fgiucich dijo...

Aquellos caballitos de madera que nos regalaban la ilusión de un corcel alado. Bello poema. Abrazos

Lety Ricardez dijo...

Me gusta Antonio Machado, pero más me gusta encontrar a Don Fernando en tu blog querida amiga.

Un beso para ambos

Silencio dijo...

Chido, yo no, yo de niño aprendí a hacer vinagre con alcohol y un alambre de cobre y como huele un humano en descomposición

Lo-que-serA dijo...

Qué gusto recibir su visita, Bito. Machado es imprescindible.

La infancia es un reino maravilloso del que nos olvidamos con asombrosa facilidad. Un abrazo, Fgiucich.

Gracias, mi Lety. Un beso de vuelta.

Buen reto para un poema, me parece, Silencio amigo. Abrazos.

Lety Ricardez dijo...

¿Que tal si va s a ver algo de lo que conocí de niña?

Es una historia en varios post, ya voy por el tercero
Besitos para tí