Los dioses están siempre presentes, pero no se les ve; no se dejan ver. Aun podríamos decir que una de las características de las divinidades es no dejarse ver, de lo cual se conserva el rastro en aquella pasión del alma humana que revive la larga pasión prehistórica frente a lo sagrado: el amor. El amor ha surgido en toda su fuerza frente a lo que no se deja ver, sino en raros y preciosos instantes que alcanzan, así, la categoría de manifestaciones divinas, cuando una realidad deslumbrante aparece en su brevedad, como manifestación de algo infinito.
María Zambrano
4 comentarios:
Y yo quietecita... nomás mirando!
Las amores nacen, cuando los dioses nos son propicios. Abrazos.
Si se dejaran ver dejarían de ser divinidades por aburrimiento o falta de acciones. Creo :P
Así me dejan las palabras de esta mujer, Klein. Nomás mirando.
Así parece, Fgiucich. Lástima que los dioses son tan caprichosos. Abrazos.
De acuerdo, pero ya va siendo hora de que se aparezcan ¿no? Nos tienen muy abandonados ;)
Beso, señor.
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