miércoles, noviembre 1

Vacío. Un cuarto obscuro y una ventana que intenta iluminarlo.
Un hombre mayor, sentado sobre una silla de madera, frente a una mesa que hace juego con la silla. Encima un cenicero y un cigarro consumido desde la mitad. Una silla vacía del otro lado de la mesa, que el hombre observa, sin verla. Lo que observa es el paso del tiempo, el porvenir y lo sucedido. Observa a ella, a ellos, a aquellos, todos sentados en esa misma silla sin estarlo en ese momento, pero el hombre los ve a todos.
Un cigarro sucede a otro sin alterar más que al cenicero. Cada cigarro una vida, cada cigarro una muerte, un principio o un fin.
Tose, recuerda, parpadea, recuerda, aspira, invoca, respira, evoca.
Se acaban los cigarros, observa el cenicero, viente, treinta, cuarenta, todos ellos, todas ellas, cierra los ojos y una lágrima lo recorre por dentro. Baja la cabeza y todo se detiene.
Una puerta que se abre, una voz, una mano que se posa en su hombro y el hombre se desmorona como ceniza.

Oleg

2 comentarios:

fgiucich dijo...

De polvo somos. Abrazos.

Silencio dijo...

Es como yo, pero dentro de 15 años.