sábado, mayo 7
Me vino siguiendo, ¿me puedo quedar con él?
El sábado pasado llevé a unos amigos a conocer el centro de la Ciudad. En realidad, cada vez que llevo a alguien soy yo la que va conociendo el centro de la Ciudad. Y ahí vamos, caminando y desayunando y caminando y entrando a una iglesia y caminando y tomando café y caminando y tomando jugo y caminando y entrando a una iglesia y caminando y... doce horas, un desfile, una vecindad, seis iglesias, un alma en pena cargando un diablito, tres museos, un mercado, cinco murales, siete concheros con indio rubio y doncella, una cantina, muchas calles, muchísima gente y yo creo que entre tanto caminar y cruzar y descruzar puertas, cruzamos algún umbral que todo lo hace centrohistórico. O a lo mejor en tanto cruzar y descruzar miradas, cambiamos pupilas con algún mago de esa Calculta mexica y él esté enloquecido ahora mirando programas culturales por todos lados, mientras a mí, desde entonces, todo lo que veo se me centrohistoriza.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
6 comentarios:
Yo creo que era peyote!
...El que no se centrohistorice gacho mexicano será...
Melina:
Sí caminamos un par de cuadras por Correo Mayor, por fortuna con mucha menos gente que aquella vez y tampoco llevábamos a cuestas toneladas de libros. Suerte habría sido que hubiera operativo de la Delegación: presenciar cómo "desaparecen" los puestos es absolutamente alucinante.
¡Gracias por tu visita!
Los Matesanz acaban de ir al centro y venía alucinados... ¿Pues cuánto tiempo tenían sin ir?
De qué se quejan pues. Alucinar es chido.
Querida Maria Luisa:
Pues otro día te vas a tener que aguantar conmigo el numerito.
Regresé del viaje, con ganas de ver a vuelo de pájaro nuestro centro histórico (dicen que ya tenemos buses turísticos a cielo abierto) conmigo la caminata sería leve. Sigo sin recordar mi contraseña, pero te quiero mucho
Lety
Publicar un comentario