Perdóname las lágrimas;
ya sé que es muy temprano y que la semana apenas inicia,
fue demasiado encuentro, demasiadas señales:
un amigo entrañable en las calles de la Ciudad,
derrulleron el cine donde las películas de Joan Crawford con mi madre
y al final, en un viejo libro,
la arborescencia que me seguía desde ayer.
De nostalgia y alegría,
de plenitud
mis lágrimas.
Y también,
un poquito,
de miedo.
11 comentarios:
Vaaaaaamos, que el agua limpia todo y si salen lagrimitas es una limpieza de adentro hacia afuera.
Quizá por emoción.
Perdonarle las lágrimas? Y a usted?
Ha visto la estrellita en el fondo de los ojos cuando se hacen agua? Ha visto los barquitos que se alejan y se pierden en un día cenizo? Ha visto microscópicamente las esquirlas de la nieve? Ha visto el brillo sobre un mercedes color cielo? Eh? Ha visto? Présteme sus ojos y verá cómo le dan ganas de tomarse dos tequilas.
Supongo, pero así es.
Oh! bello eso eh?
Ay que hermoso Maria Luisa, cómo te quiere mi Tristán, te quiere por tí y por mi, y te dice cosas bonitas, mejor de lo que yo puedo decirlas.
Pero lo digo así sin remilgos, te quiero amiga del alma
Así es, dra. Y cuando es de alegría, de sorpresa... esa limpieza se asemeja mucho a la gloria. saludos.
Híjole Tristán: leerlo y pedirle que me perdone las lágrimas otra vez es una sola cosa. ¡Un Mercedes color cielo! Dos tequilas, sí, por cada una de sus palabras.
El cariño de tu Tristán es un lujo, mi Lety. Y el de Tristán y el tuyo juntos, es casi una barbaridad. Y si le sigo voy a pasarme el día pidiendo perdón. Un abrazo emocionado, amiga.
Vengan los tequilas, pue.
Ya habló. Póngale fecha ;)
"derrulleron el cine donde las películas de Joan Crawford con mi madre"
cómo no habías de llorar!
Pues que diablos que uno llora cuando debe, cuando puede, cuando las lágrimas deben escapar para equilibrar el clima. Gotas saladas que llegan a tranquilizar.
Si quiere lloramos, solo espere al verano donde se puede llorar mientras uno camina bajo la lluvia, y puede reir sin provocar contradicciones.
Gancho al hígado la combinación, querida mía.
Señor: ese texto no puede faltar la tarde de hoy.
Y no hay contradicción, no; que también se puede llorar de alegría y reir de dolor.
Abrazo lacrimoso.
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