domingo, junio 5

Un poquito de bucolismo

Personajes como Raskolnikov, Gregorio Samsa o Madame Bovary, incluso aquellos de corte fantástico como Merlín o el moderno Harry Potter, han sido una suerte de espejo interactivo donde las sociedades se miran o dibujan su ideal. Extensos son los estudios sobre la reelaboración de mitos en la literatura.

Los pastores cumplieron la misma función; en su sencillez, su soledad, su bondad intrínseca se podían dibujar las complejidades de la pasión, sin el ruido de las pretensiones sociales y de la rigidez cortesana. Idéntica idealización ha llevado a la literatura al indígena y al obrero, aunque con distinto rasgo. Esta última va de lo filosófico a lo social; la bucólica oscila entre lo filosófico y lo estético.

Porque no es solamente paisaje y canciones lo que se lee en la novela pastoril, lo que sucede es que buena parte del código en el que está cifrado el pensamiento renacentista no es asequible a la mayoría, incluídos los estudiosos de la literatura. ¿Quién lee a Virgilio en latín?¿quién a Séneca? Sin embargo, el asunto de la templanza o el feminismo (el mejor) en la Diana enamorada tienen una vigencia casi escandalosa.

No se me ocurre cuál podría ser la reelaboración del ideal bucólico; tal vez en algunos años se escriba sobre esa mezcla de caballeros andantes y pastores que son los activistas ecológicos o sobre aquellas mujeres que una vez salieron de sus casas para enfrentarse con las manos vacías y la fuerza de la razón a intereses gigantescos.

O sobre unos seres súper sufisticados que tuvieron al mundo literalmente en el bolsillo y nunca entendieron lo que un simple pastor siempre supo: la ética del amor.

3 comentarios:

Tristán dijo...

Oyes, yo era un bucólico en extremo. Hasta huarache usaba. En qué momento cambiaron las cosas?

Lo-que-serA dijo...

Ya estás de regreso en las vanidades cortesanas de la urbe?
:*

Tristán dijo...

Simón simón.