Hay días para largos cuentos, para solazarse en el recuerdo de los viajes, de los amigos. Hay otros en los que solo podemos hacer pequeños apuntes, no sé por qué.
Hoy nos fuimos de Temazcal a Oxtotipac, a la casa de Tonatiuh y Cecilia, al ombligo de barro que nos recibe siempre con nuestra carga de animales urbanos y nos renace, transparente, redivivos. Ellos, los maestros, la pareja de nómadas, los estudiosos del cielo, nos muestran en ese pequeño espacio el tamaño del universo y nos enseñan a trascender los límites de la carne, cantando.
Otro día les cuento estas cosas del temazcal. Hoy quiero dejar aquí un tributo para Cecilia y para Tonatiuh, en las palabras de Tochihuitzin Coyolxiuhqui:
Así lo dejó dicho Tochihuitzin,
asi lo dejó dicho Coyolxiuhqui:
De pronto salimos del sueño,
solo vinimos a soñar,
no es cierto, no es cierto,
que vinimos a vivir sobre la tierra.
Como yerba en primavera
es nuestro ser.
Nuestro corazón hace nacer, germinan
flores de nuestra carne.
Algunas abren sus corolas,
luego se secan.
Así lo dejó dicho Tochihuitzin.
6 comentarios:
El placer ha sido mío, señor. A ver qué otro día coincidimos con menos ajetreo. Saludos.
Y de verdad, la palabra la muestra.
Que bello todo eso!
me recordó los tiempos en Tlaxcala!
Ah! Tiene historias pa'platicar, eh? Abrazo, Dra.
si así lo dijo así será.
Y así tal como quedó dicho sucedió, no murió sin haber florecido.
Ay Maria Luisa que envidia siento, ya conociste a mi amigo Andreas, esta si que es envidia grande de verdad
Así será. Que nuestra carne de frutos bellos antes de secarse, maestra, amiga, querida.
No me envidies mi Lety, porque nos presentaron y conversamos un minuto, mi Lety. Había mucha gente, mucha, mucha.
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