Crecí espiritualmente nutriéndome del alma de la gente.
Si veía un alma fuerte
la hería en su orgullo y devoraba su fuerza.
Los refugios de la amistad conocían mi astucia,
porque cuando podía robar a un amigo lo hacía.
Y toda vez que lograba ensanchar mi poder
socavando una ambición, lo hacía,
así calmaba la propia.
Y triunfar sobre las otras almas,
sólo para afirmar y demostrar mi fuerza superior
era para mí un placer,
el agudo regocijo de la gimnasia del alma.
Devorando almas hubiera podido vivir eternamente.
Pero sus indigestas sobras me provocaron una nefritis mortal,
con terrores, desasosiegos, depresiones,
odio, suspicacia, visiones perturbadoras.
Al fin me desplomé con un alarido.
Recordad a la bellota;
no devora a las otras bellotas.
Edgar Lee Masters
(traducción de A. Girri)
4 comentarios:
Que valentía de hacer y confesarse así.
Impresionante.
Si, si. Esta autor tiene todo un libro con poemas de este estilo. Muy bueno. Abrazos, mi Lety.
...me provocaron nefritis mortal (este es un tío más que provocador).
Jamás había leído a un poeta visto desde el microscopio.
Saludos y un abrazo doña Lo-que-será
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